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El anuncio del Gordo no es para mí

La abuela piensa que le ha tocado el Gordo de Navidad. Está mirando la televisión, se confunde y sale a la calle a propagarlo, repleta de alegría no sin motivo. Aún sabiendo que está en un error todo el mundo decide seguirle la corriente y celebrar el no premio, en un ejercicio de compasión colectiva „compasión o complicidad, como se le quiera llamar„ sin parangón alguno. Y muy loable, o no, según se vea. Pero bueno, esa es la intención, que sea algo bonito.

No es la realidad, obviamente, sino el anuncio de la Lotería de Navidad de este año, un spot que no sé sobre qué habla más, si sobre lo que somos o sobre lo que, supuestamente, nos gustaría ser. Porque cuesta un poco, a estas alturas de lo vivido, lo visto y lo votado „o visto lo votado„, empatizar con algunas visiones lacrimógenas de nuestra sociedad, por mucho empeño romántico y sensible que se le ponga. Lo siento. Sé que algunos pensarán que hay que aflojar de vez en cuando y que, aunque sea por Navidad, dejar de cuestionar lo que nos rodea. Que siempre criticamos y damos cancha a la ilusión.

Pero es que tras el ejercicio de bondad y generosidad ejemplarizante del dueño del Bar Antonio el pasado año nos encontramos en esta ocasión con una ola de solidaridad que ni Chanquete tuvo en su glorioso momento del desahucio. Una toma de conciencia espontánea cercana a la iluminación grupal. Todo ello, acompañado por ese aire como casposo, ese tradicional tono grisáceo y esa música tristona que viene a indicarte que sólo puede tocarte la lotería si eres una persona deprimida, melancólica y como apocopada. Si cometes el error de ser mínimamente feliz con lo que tienes y disfrutas de un cierto éxito „con perdón„ en la vida, aunque sea pequeño y en pequeñas cosas, despídete. Nunca protagonizarás el anuncio de la Lotería de Navidad.

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