La climatología y quehaceres de nuestro planeta, afortunadamente, no están sometidos a las vicisitudes diarias de la meteorología solar, por suerte -a diferencia de Venus y Marte- nuestro planeta posee un núcleo y un movimiento de rotación y mareas suficiente como para desarrollar un campo magnético que nos preserva tanto del viento solar como del viento cósmico, ambos cargados con partículas altamente energéticas que podrían acabar con cualquier forma de vida. Esto ha sido así durante muchos millones de años, de manera que la vida ha podido evolucionar en nuestro planeta, no obstante la Tierra es mucho más sensible a la dinámica solar que lo que nos pudiera parecer. Un ejemplo muy claro, que podría desencadenar un verdadero cataclismo, sería un nuevo evento como el que se produjo a finales de verano de 1859, el conocido como ´Evento Carrington´.

"Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás no dejaron de causar un efecto maravilloso" esto se podía leer en el Diario de Menorca el 4 de septiembre de 1859, pero en caso de existir prensa en Colombia o Cuba -mucho más al sur- también se hubiera podido leer noticias sobre este inusual fenómeno. Dado que nuestra atmósfera es muy gruesa las llamaradas solares de aquel episodio no tuvieron ningún efecto conocido sobre la vida en nuestro planeta; no obstante, un invento que solo hacía 16 años que se había puesto por primera vez en funcionamiento, nos pone sobre la pista de lo que podría suponer hoy en día un nuevo evento Carrington para la humanidad. Hablamos del telégrafo, se trata de uno de los primeros inventos en los que la electricidad artificial jugaba un papel vital para su funcionamiento y su incipiente red fue en gran parte inutilizada por este acontecimiento. En esa época ni siquiera se conocía, por ejemplo, las bombillas como mecanismo para alumbrar durante la noche o las ondas de radio como transmisoras de información. Esta tecnología, junto con por supuesto todos los avances que proporcionan las amplias comodidades que hoy disfrutamos desaparecerían de un plumazo con un nuevo evento como el de estas características.

Según estudios basados en subproductos químicos inocuos derivados de este fenómeno, se estima que este tipo de eventos no son muy frecuentes en escalas temporales humanas. No obstante, dado el exiguo conocimiento que actualmente se tiene de la meteorología solar; que dista mucho de ser capaz de predecir este tipo de fenómenos y, por supuesto, dadas las nefastas consecuencias que supondría hoy en día, este fenómeno está trascendiendo el anonimato en los últimos meses. Incluso desde la administración de los EEUU se ha estado tomando este tema como ´asunto de seguridad nacional´. En el siguiente artículo veremos porqué somos tan vulnerables frente a unas llamaradas solares producidas por una mancha solar de gran actividad que apuntara hacia nosotros y, además, la gran dificultad que supondría para la humanidad hoy en día evitar que otro evento de similares características al de 1859 nos devolviera a la edad de piedra en unos minutos.