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José Sierra

¿Llegarán por fin las lluvias a los embalses?

Pues eso mismo se preguntan ahora mismo miles de personas en España, donde la merma de reservas de agua comienza a ser muy preocupante, sobre todo en la franja mediterránea.

Los embalses de la cuenca del Júcar se encuentran al 25,8 por ciento de su capacidad, 10,4 puntos menos que hace un año, mientras que los de la cuenca del Segura están al 22,1 por ciento, 18 puntos menos que el año pasado. Son cifras ciertamente engañosas ya que esconden el volumen de embalse «muerto» „no aprovechable„ y contabilizan como agua lo que no son más que depósitos de lodo y barro arrastrados por el rio desde su cabecera. Esta situación es la consecuencia de un déficit de lluvias que se arrastra al menos desde 2013 y que en lo que va de 2016 se ha agravado con lluvias acumuladas que apenas representan el 47% de lo normal en la Comunitat Valenciana.

No sé si las cosas están ya maduras para sacar los santos en procesión, pero sí para agarrarse y «creer» en cada posibilidad de lluvia que anticipan los modelos meteorológicos.

Es lo que ocurre desde hace unas horas con la aparición de «escenarios» más o menos coincidentes en los modelos que conducen a un importante episodio de inestabilidad a partir del próximo lunes.

Se trata inicialmente de una situación «atlántica» que beneficiará a las regiones más occidentales, aunque no está descartado todavía que se forme una borrasca en la zona de Cádiz que traiga las lluvias al Mediterráneo.

En cualquier caso, y aunque no fuera así finalmente, la «regada» se anuncia importante para el conjunto de la Península y puede llevar algo de auxilio a los embalses del interior de las cuencas del Júcar y del Segura, así como a la del Tajo, del que depende la rica agricultura del sureste. Toca creer y pensar que esta vez no habrá decepción.

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