La Consellería de Igualdad y Políticas Inclusivas ha publicitado, y esa es la palabra exacta, una supuesta mejora para sus trabajadoras de los servicios territoriales y de los centros de atención a personas mayores, a la infancia y a la diversidad funcional, que a su juicio va a ser un paso de gigante en la eliminación de la brecha salarial.

Su intención es reclasificar 1873 puestos de trabajo de las direcciones territoriales y centros, lo que implica el aumento de su jornada a 38,45 horas semanales, con la consiguiente equiparación salarial con el personal de los Servicios Centrales de la conselleria. Con esta medida consideran que «se pone fin a una discriminación muy antigua que padecía un colectivo altamente feminizado y con una fuerte presión asistencial».

Su afirmación es cierta en dos terceras partes ya que, efectivamente, afecta a un colectivo formado sobre todo por mujeres y se dedica a un sector, el de los cuidados, que se caracteriza por la elevada presión que soportan quienes tienen que hacer frente a exigentes situaciones personales, con pocos medios humanos y materiales y en unas condiciones laborales muy poco satisfactorias. Lo que de ninguna forma se puede compartir es que se ponga fin así a una discriminación, efectivamente antigua, y hasta hace poco ignorada, sino que más bien parece que la conselleria pretende ponerse una medalla que, en realidad, no se ha ganado.

Quizás lo primero que debería plantearse sería aumentar las plantillas y dotar suficiente personal para evitar cualquier menoscabo de la atención recibida, porque si las personas son las primeras para esta Administración, más atención de calidad debe garantizarse a menores, dependientes y mayores que han de tener un cuidado institucional inmejorable. Por otra parte, cuando se aumenta la jornada a cualquier persona que trabaja, parece bastante lógico que haya una subida proporcional de las retribuciones. Lo contrario resultaría, ciertamente, preocupante. Pero es difícil establecer que de esa forma se reduzca la brecha salarial que se manifiesta de formas muy evidentes y explícitas para quien lo quiera ver. Por ejemplo, en el hecho de que el complemento de destino de las profesionales del sector sea como media hasta cuatro niveles menor de lo que es habitual en colectivos con iguales requisitos de titulación y responsabilidades profesionales, ostentando el dudoso honor de ser de los más bajos de la función pública. Ahí es donde la vergüenza de la brecha salarial aparece en todo su esplendor, para quien lo quiera ver y actuar en consecuencia.

Brecha salarial es que quienes trabajan de lunes a domingo, 365 días al año, perciban menos salario que quienes tienen la suerte de trabajar de lunes a viernes. Brecha salarial es que al personal que atiende el servicio en los centros durante el día de Navidad o Año Nuevo, o cualquier otro festivo, reciba un complemento de festividad que asciende a la astronómica cantidad de entre 20 ó 30 euros por jornada. No son «pequeñas barreras invisibles», sino muros de hormigón que generan desigualdades. Como el hecho de que para atender necesidades básicas de la ciudadanía, como son todas las relacionadas con el cuidado de menores, dependientes y mayores, se mantengan plantillas insuficientes que además trabajan en escandalosas situaciones de precariedad laboral, rozando en algunos centros el 80 % de personal interino.

Para rematar, no parece demasiada contribución a la también publicitada creencia en la conciliación y la corresponsabilidad, el tener que alargar la jornada de forma obligatoria, originando una mayor carga de trabajo a añadir a las mujeres, absoluta mayoría de este ámbito laboral.

No hay recetas exprés para revertir la situación en su totalidad, pero sí actuaciones posibles y eficaces que CC OO viene proponiendo, como el incremento del complemento destino, así como de los de festividad, nocturnidad y turnicidad. Desprecarizar las plantillas, acabando con situaciones inestables, mal retribuidas y carentes de derechos y, sobre todo, aumentar las plantillas hasta alcanzar las ratios necesarias. Todo ello contribuiría a dar, sin duda, un paso de gigante real, y no un cuento de hadas. Otro más.