De todos es sabido que la industria debería ser la columna vertebral de nuestra economía si queremos alcanzar unos niveles de desarrollo y de renta dignos y sostenibles. Excepto el sector del automóvil y el del azulejo, la industria de la Comunitat Valenciana sigue en horas bajas y con una falta acusada, entre otros factores, de nuevas inversiones, innovación y uso de modernas tecnologías, buena capacitación profesional, incrementos de productividad y ampliación de su horizonte comercial hacia unos mercados exteriores cada día más dinámicos y exigentes.

Una referencia comparativa que demuestra dónde estamos y el camino que nos queda por recorrer es por ejemplo que nuestra pensión media de jubilación tenga que subir un 39 % para igualar a la del País Vasco y que nuestro PIB per cápita deba incrementarse en un 47 % para llegar al nivel que tiene hoy esa comunidad. Mientras, la Comunitat Valenciana crece y genera empleo precario gracias al buen gobierno de la ministra Fátima Báñez y a una mirada del president Ximo Puig más hacia el sur que hacia el norte. Hay una cosa meridianamente clara. Lo que no seamos capaces de hacer los valencianos, nadie va a venir a echarnos una mano.

Hace unos días, el Consell informó sobre la distribución del presupuesto y las asignaciones para el fomento de la industria valenciana. Sin embargo, dicha información no se ha visto acompañada de los objetivos concretos y medibles que se pretenden conseguir con las cantidades de dinero asignadas. Es cierto que al Consell le corresponde el papel de facilitador, de impulsor, junto con las organizaciones empresariales, sindicales y universitarias. Pero si quiere cumplir bien con esta labor no la debe resumir emitiendo palabras huecas sin evaluar previamente la situación y sin establecer los objetivos que se persiguen con la asignación presupuestaria.

Son necesarios una visión integral y un planteamiento estratégico con medidas y proyectos concretos salidos de las necesidades y las pretensiones de cada sector industrial a fin de consolidar, innovar y comercializar mejor aquello que sabemos hacer y que hacemos. Que sume y genere sinergias intersectoriales. Temas como la promoción y la ampliación de los mercados exteriores apostando por la calidad y la imagen de marca, mejoras en la financiación también para las pymes, incentivos a la innovación y a la mejora tecnológica para conseguir incrementos de productividad, perfeccionar con mayor rigor la red de centros dedicados a la formación industrial, conseguir mejoras en la eficiencia energética o una mayor puntualidad y menor coste en la conectividad y en los servicios logísticos.

Bien está que el Consell esté ya más de un año centrado, como dice Mónica Oltra, en el rescate de las personas. Pero que no olvide la vicepresidenta que las personas también se rescatan con generación de empleo y salarios dignos que la industria proporciona con más garantía que la agricultura o los servicios. Es necesario un pacto industrial para Alicante, Castellón y Valencia. Un pacto integral. Un pacto colaborativo en su gestación y en su ejecución que permita un diagnóstico certero y establezca presupuesto, medidas, objetivos, plazos, personas y seguimiento periódico.