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La razón común

La batalla derecha/izquierda, tal como se planteaba, probablemente haya dejado de tener sentido

La batalla derecha/izquierda, tal como se planteaba, probablemente haya dejado de tener sentido. Ahora es, como dice Varoufakis, la Troika Global contra la Internacional Nacional. Sin necesidad de ser tan rimbombantes, las democracias liberales deberían empezar a protegerse contra la ola populista y su desfile de máscaras. De Trump a Pablo Iglesias, pasando por los lepenistas, los brexiteros británicos, la Alternativ für Deutschland, el filonazi que puede convertirse en presidente de Austria, Orbán, los xenófobos holandeses y daneses, el lepenismo, los grillos de Italia, la Lega Nord, etcétera, reflejos de la furia que ha arrojado la crisis, soluciones imposibles para los problemas reales, glorificación del engaño y de la mitología burda que arrastra el soberanismo. Todo con calculadas dosis de intolerancia racista. Una epidemia.

El caso de Francia es especialmente preocupante. El FN ha pasado de la extrema derecha al poujadismo, y del poujadismo a convertirse en el defensor de la clase obrera que ve en la inmigración el peor de los males. Parte como favorito en las elecciones. En las regionales, los socialistas y los gaullistas recurrieron al mecanismo de la segunda vuelta para frenarlo. Ahora es todo el arco partidista, de la derecha civilizada a la extrema izquierda, el que está dispuesto a hacer campaña contra la amenaza lepenista de levantar un muro xenófobo. Nadie se va a rasgar las vestiduras por enfrentarse al enemigo común de la razón. Más allá de las preferencias ideológicas están la libertad, la convivencia y la herencia de la Ilustración.

En España, afortunadamente, no existe un partido como el FN, aunque sí podemismos, mareas y nacionalismos que operan bajo el mismo método fraudulento de los mensajes adulterados a los electores. Tienen como fuerza comunicadora las redes sociales, un colchón universal para el bulo, y enfrente una clase política desprestigiada visiblemente incapaz, al contrario de lo que sucede en Francia, de unirse y ofrecer resistencia. Como prueba ahí está el desgarro en el bloque constitucionalista por la investidura de Rajoy.

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