La Junta Central Fallera aprobó en el último pleno un manual de protocolo para ser «la fallera perfecta«, que en mala hora vino a sacar a la luz. Un manual sin gracia ninguna que traza el estilo de fondo de armario para pasear por Valencia cuando van vestidas de calle. Unas normas machistas, desfasadas y ofensivas que parece mentira que estén escritas. Recibieron el visto bueno de la Concejalía de Fiestas, aunque con la que se lió, Pere Fuset vino a matizar, algo tibio, el vergonzoso manual.

Pregunto, ¿qué le importará a la JCF el atuendo de sus falleras y corte de honor para vestir de particular? Colores sobrios, la falda por la rodilla, escotes discretos y tacones todo el año. Si vas plana ¿te vuelves a casa a cambiarte? Debe ser que sí. Y prohibidos los pantalones. No sólo me parece machista, me parece humillante, dictatorial y una falta de respeto. Y un político no puede permitirlo. Que el ayuntamiento lo consienta es impresentable. ¿Y así queremos ser Patrimonio de la Humanidad? Mal paso.

¿Es necesario decir que las administraciones se deben al cumplimiento de la ley? ¿Y a la promoción de valores como la igualdad? Me resulta una humillación a una mujer indicarle lo que debe ponerse de ropa para ir adecuada. Y no, no es el trabajo de la Concejalía de Fiestas ni de la JCF. A Fuset ya le ha quedado claro.

Por suerte, en este despropósito salió la vicepresidenta Mónica Oltra a rugir como la marabunta. Y replicó con la igualdad y el respeto. Y la ley, ya que estamos. Y pidió la retirada de las normas porque una mujer, fallera o no, puede vestir como quiera. Con libertad. Pero lo más surrealista de todo es que en plena brega, Fuset va y demuestra que la norma del atuendo viene del 2007. No de ahora. Y la JCF y las falleras mayores replican que no, que nunca ha habido tal protocolo mandado. Y que Fuset se la ha sacado ahora de la manga. Para empezar, fue la JCF la que abogaba por haberlas aprobado antes para no montar líos. Y son las falleras, para colmar el vaso, las que no han abierto la boca por las normas, sino para desmentir al concejal. Y es la prensa la que pone el grito en el cielo ante tal esperpento. Señoras mías, que va por ustedes. Un poco de vergüenza torera.

La fiesta ha de abrir la ventana y no acumular el polvo en un protocolo caduco y anticuado que mantiene a la fallera como un objeto, sin pantalones, en los actos de guardar. O saludando como maniquíes. Ahora que tanto se llenan la boca los políticos con el 25 de noviembre. Y muchos lazos morados. Pero luego hay departamentos obsoletos como el protocolo, anclado en otra época, que pega los mismos bofetones y deja a la mujer en ridículo a la hora de vestir. El mejor Patrimonio de la Humanidad es la igualdad. Ojalá lo hubieran dicho las falleras.