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Santa Catalina Starlight

"Si el contagio o sequedad/ aflige a la Población,/ baxándos en procesión/ logra lluvia y sanidad,/ fuente sois y medicina/ para todos prodigiosa», cantan en sus Gozos los lugareños desde tiempo inmemorial a su patrona y alcaldesa perpetua honoraria.

El pueblo logró arrancarse de su topónimo el yugo de Alpuente y se auto adjudicó el de Los Olmos. Siempre se llamaron de Aras a secas. Así consta en el título oficial de su Virgen. El escudo municipal de la etapa de la primera Constitución Española, la de la Pepa, llevaba en el centro de su óvalo un olmo dibujado, que, según la tradición e inscripción que lo databa, fue plantado en 1672. Al final murió con la pena de toda la vecindad y fue recordado con un olmo forjado de hierro.

Celebra la Villa, que es Real, -Jaime I en persona la libró de los sarracenos- los últimos días de noviembre -el domingo 27 es el día central, con Misa y procesión a mediodía- las fiestas de santa Catalina, la patrona, la cual aquí no es mártir, sino debiera llamarse por la posición en la que permanece, Señora de la Astronomía, de las Estrellas, Starlight. A media hora a pie del pueblo le tienen levantada a la santa un precioso santuario, hospedería de peregrinos en su tiempo, en la falda de La Muela.

Son fiestas éstas de invierno, más austeras e íntimas, pues las grandes se las reservan en agosto, cuando todo el mundo tiene vacaciones y los desplazados regresan a casa. Este año tocó hacer las «gordas». Cada seis años son fiestas especiales, van en romería a su ermitorio y bajan la imagen, que duerme un mes en el pueblo.

En el «Entramoro» escenifican la lucha entre los moros y los cristianos por hacerse con el control del pueblo. En un principio los cristianos son derrotados, pero al final consiguen la victoria gracias a la intercesión de Santa Catalina, que convierte a las tropas musulmanas al cristianismo.

La Muela de Santa Catalina ha tenido siempre algo de mágica desde los primeros pobladores de la zona. Vestigios de cultura ibérica han sido hallados con curiosas lecturas. Cierta vez que visité el pueblo para reportajearlo me contaba un culto concejal amigo de lo esotérico que él había descubierto una serie de rocas cuya disposición hacía que la trayectoria de los rayos del sol señalaban los distintos equinoccios. Puede que el hoy santuario de santa Catalina en lo alto de la montaña se levantara sobre un templo ibérico, a la manera de san Miguel de Llíria.

Precisamente, en la Muela de Santa Catalina el Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia tiene instalado el Centro Astronómico del Alto Turia (CAAT) y hay otro el OLC de aficionados, que fueron los pioneros en instalarlo. La meseta sobre la que se asienta tiene 1.300 m de altura sobre el nivel del mar, con un desnivel de más de trescientos metros sobre el terreno que la rodea y suficientemente alejada de cursos fluviales. Estas condiciones orográficas del emplazamiento, unidas a su clima proporcionan la estabilidad atmosférica necesaria para la observación astronómica. Es el cielo nocturno más oscuro y menos contaminado lumínicamente de la geografía valenciana. Allí acuden científicos y aficionados a la astronomía a hacer sus observaciones.

Ello le ha hecho ser candidata a ser Reserva Starlight, que otorga la Fundación del mismo nombre, y Destino Turístico Astronómico. Este domingo será visitado el pueblo por una expedición que organiza la Oficina del Alto Turia desde Tuéjar .

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