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Juntos siempre es mejor

Esta semana al menos ha sido de alegrías. Por fin y tras años de trabajo la UNESCO reconoce las fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Y lo hace por su valor social, por ser canal de transmisión de conocimientos de generación en generación, por unir a los ciudadanos, por contener saberes que no hubieran sobrevivido sin ellas, por su diversidad, por la unión intergeneracional. Por un montón de razones que a menudo pasan desapercibidas. Todo lo que no nos gusta de ellas, lo criticable, lo que suele enfrentar a los falleros, no tiene importancia o no la ha tenido en esta decisión. Espero que esto vuelva la vista hacia ese poder integrador e inclusivo que tienen las fallas.

El que las ha vivido sabe que lo verdaderamente importante de ellas es lo que se ha valorado en esos cinco puntos que la entidad internacional exigía. Fuera del contexto fallero no creo que nunca hubiera forjado amistades como las que tengo. Puede que durante la vida hubiera conocido a un abogado de sesenta años, a una joven futbolista, a un carpintero jubilado, a una modista, a un profesor de inglés nativo, incluso a un experto en riesgos laborales aficionado al rock, pero no me imagino en otro contexto compartiendo con ellos mesa y partida de truc.

Eso es lo que se ha valorado en la candidatura, que no hay lugares en las ciudades en las que gentes de tan diversa edad, ideología, aficiones y carácter puedan compartir tanto que acaben forjando verdaderas amistades. Personas con las que no tienes a priori nada en común, con las que seguramente a lo largo de la vida no te hubieras ni cruzado acaban siendo tu familia.

Ahora, con el reconocimiento hay que proteger y conservar estas características tan importantes para la humanidad. Y la verdad que en un mundo tan deshumanizado nos hacen verdadera falta. En la celebración estaban todas las instituciones, Ayuntamiento, Generalitat y Diputación compartiendo la alegría, todos reconociendo la labor de todos los que han participado en esta carrera de fondo que ha durado más de cinco años. Supongo que nuestros representantes más falleros, los concejales Carlos Galiana y Pilar Soriano y la vicepresidenta Mónica Oltra lo habrán celebrado especialmente. Pero si había alguien realmente emocionado era Pere Fuset, pocas veces la vida te deja vivir tan de cerca algo tan histórico. Fue bonito ver esa unión y ese reconocimiento. Que sirva también para demostrar que si las instituciones van de la mano es todo más fácil. Pero no, era un espejismo, el próximo día 6 de diciembre vuelven a enfrentarse, como el año pasado, no pudiendo ponerse de acuerdo ni para celebrar el día de la Constitución. En fin.

Otra de las buenas noticias de esta semana ha sido el premio Cervantes a Eduardo Mendoza. Más allá de su extraordinaria prosa que lo hace más que digno merecedor del premio me ocurre como con el Nobel de Dylan que reconocía como genero literario las canciones. En este caso se valora y se premia el genero humorístico, tan denostado en la literatura y con autores tan menospreciados por sus «hermanos mayores» los escritores serios. Para celebrarlo pondré todas sus novelas juntas en un lugar privilegiado de la estantería y leeré por enésima vez Sin noticias de Gurb, y volveré a reír a carcajadas. Enhorabuena maestro.

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