Hace un par de semanas introducíamos cómo la meteorología solar y sus tormentas podrían afectar a nuestro planeta y cuán vulnerables somos a estos eventos en comparación con otras épocas, como la última vez que algo así se produjo, en 1859. En la actualidad, la principal diferencia radica en que en aquella época el impulso electromagnético que produjo el sol, que hizo visibles auroras boreales en latitudes más bajas que la nuestra, no encontró apenas componentes eléctricos en funcionamiento, por lo que únicamente inutilizó por sobrecarga los telégrafos. No obstante hoy en día prácticamente toda la humanidad vive dependiente de la luz, por lo que un gran apagón incontrolado podría suponer una catástrofe.

Aunque la luz tarda poco más de 8 minutos en llegar desde el sol hasta la Tierra, el viento solar procedente de la «eyección de masa coronal» impulsado desde la gran mancha solar no circula tan rápido a través del espacio. De manera que según el protocolo de emergencias de EE UU, aproximadamente 30 minutos antes de que llegara la tormenta solar a nuestro planeta el presidente de este país daría la noticia en los medios, adoptando entonces cada país su protocolo de emergencias. España tiene desde 2012 un decálogo de buenas prácticas de autoprotección, redactado por la Asociación Española de Protección Civil para el Clima Espacial, cuya presentación fue aplaudida en el Congreso de los Diputados. No obstante, sólo ha sido adoptado en sus protocolos por Protección Civil de Extremadura. El decálogo enfatiza mantener la calma, quedándonos en casa y evitando tomar a partir de ese momento cualquier objeto o medio de transporte que precise de luz eléctrica para funcionar, como ascensores o el Metro. En caso de que el incidente nos sobrevenga en estos lugares el riesgo es limitado, puesto que por ejemplo los aviones no son vulnerables en vuelo. En el decálogo se advierte que una vez dada la alarma se ha de cortar a luz y el gas inmediatamente, así como desenchufar los aparatos eléctricos, hasta que se informe por vías oficiales de que el riesgo ha pasado. Otros consejos útiles son juntar todo el congelado del frigorífico en un mismo punto y hacer acopio de agua en recipientes de casa como la bañera, puesto que por encima de la primera altura el suministro de agua podría verse comprometido. El decálogo también resalta la necesidad de no sobrecargar las líneas telefónicas mientras sigan activas y de ser muy precavidos con los fuegos, ya que los hogares de hoy en día no están adaptados a su uso.

Tras la tormenta la vuelta a la normalidad sería muy costosa si los gobiernos no estuviesen preparados: incluso contando con que las centrales nucleares de todo el mundo hubieran controlado su combustible sin incidentes, el restablecimiento de la electricidad sería paulatino, pudiendo desatarse conflictos entre la población por el desabastecimiento que supondría volver a la era preindustrial en pocas horas.