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Perrerías amorosas

Lo de las citas amorosas en televisión se nos ha ido de las manos. Solo hay que ver «Amores perros» en Cuatro, programa que de la magnífica película mexicana solo toma el título. Con el éxito de «First dates» se han venido arriba y han rizado el rizo buscando parejas a los mejores amigos del hombre... y la mujer. Parece de broma y se confirma pronto: son los dueños quienes se citan. Con la peregrina excusa del perro o la perra acude al programa Cristian, que viene de los concursos de músculo y también de «Mujeres y Hombres y Viceversa». O Duna, que no sabe definir su trabajo de modelo ligera de ropa: «fotografía erótica no voy a decir... son desnudos artísticos». En los vídeos de presentación de las mascotas aspirantes al amor de sus perros también se lucen más los propietarios, por si quedaran dudas.

Este divertimento incorpora ingredientes de «Quién quiere casarse con mi hijo» o «Granjero busca esposa» sin ningún disimulo y solo se echa en falta a Luján Argüelles tirando de ironía para resultar cien por cien «tróspido». Por lo visto hasta ahora, los dueños corretean más que los perros y son más proclives al enamoramiento televisivo. Y, aunque incorpora algún relato melodramático, se impone el tono de comedia romántica y un guión que exprime fundamentalmente las excentricidades de los dueños. Los teóricos protagonistas quedan en segundo plano, por mucho que les monten al final una boda perruna pactada. Cuando en el último programa la dueña de Rocky decidió dejarlo sin novia porque «me necesita a mí y yo necesito a mi perro» se cierra el círculo. Y el amigo asesor de la chica remata con filosofía: la experiencia ha ayudado al animal a conocerse a sí mismo. Todo muy socrático.

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