Stanislav Ranguelov, director general de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comision Europea, en su conferencia impartida recientemente en la Jornada Europea para el Empleo y el Desarrollo Local, organizado por el Grupo de la Alianza Progresista de los Socialistas&Demócratas, puso de manifiesto su preocupación ante la situación laboral actual en España: «Muchos de los empleos no son de calidad, y aunque el desempleo juvenil siempre ha sido el doble ahora se observa un aumento de la pobreza y del riesgo de exclusión social».

Con estas palabras en mente y repasando material de mi investigación sobre las Escuelas Taller, he encontrado un artículo publicado en 2015 de Miguel Ángel García Arias, titulado Desarrollo rural en tiempos de crisis, en el que comenta que «la formación ocupacional está muy lejos de cumplir su objetivo, ya sea por los escasos recursos destinados, el desajuste existente ente las actuaciones emprendidas en el territorio y los requerimientos reales de la actividad económica». También menciona este autor «la ausencia de diagnósticos de necesidades formativas y/o su deficiente focalización en los colectivos más vulnerable».

Igualmente, un día antes de la charla de Stanislav, en el foro de Oportunidades de Formación Profesional Valenciana se puso de manifiesto la tremenda brecha existente en la Formación Profesional en nuestro país en relación con los países invitados a este evento: Canadá, Francia, Gran Bretaña y Alemania. Los datos, recientemente proporcionados por la OCDE, mencionan que la gran apuesta de la Lomce en materia de Formación Profesional (FP) ha consistido en ofertar dos tipos: la Básica y la Dual. Los estudios ponen de manifiesto que ninguna de las dos ha tenido un impacto positivo, sino más bien todo lo contrario: se ha producido una disminución de la demanda. La FP Básica ha sustituido a los Programas de Formación Profesional Inicial (PCPI) y, desde su implantación, el número de alumnos ha disminuido, de 83.673 en el curso 2013-14 a 60.230 en el curso 2015-16. En la FP Dual, implantada solamente en la FP de Grado superior, los resultados son también negativos puesto que, por primera vez, la FP de Grado superior pierde alumnos, nada menos que 10.715. Solo se aprecia un aumento de alumnos en la FP a distancia, en casi 15.000 alumnos.

España no va bien y habrá que darle la razón al señor Stanislav: «El caso de España es preocupante». En el turno de preguntas se planteó la puesta en marcha de las Escuelas Taller (programas de formación y empleo para jóvenes que durante años tuvieron tanto éxito) como una de las fórmulas para aliviar las tasas de abandono escolar, paro juvenil y falta de cualificación profesional. Sin embargo, desde 2011 no se aprueba ninguna Escuela Taller en la Comunitat Valenciana.

En un país como España, la formación y empleo de la juventud a través de las Escuelas Taller debería ser una de las prioridades de las políticas públicas de empleo. Los ayuntamientos y otras entidades públicas deberían ser los principales promotores de este tipo de programa con el fin conseguir el acceso al empleo de nuestros jóvenes con una formación adecuada.