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Y Merkel, erre que erre

Reformas estructurales y recortes del gasto para reducir el déficit público. En eso se resume el tratamiento económico „llámenlo también cura de caballo„ que los «doctores» Schäuble y Merkel se obstinan en recetar a la eurozona. Nada de estímulos fiscales. El debate entre los que defienden la austeridad y los que demandan políticas expansivas viene de lejos, concretamente de los días más duros de la última crisis, pero estos últimos no han conseguido doblegar el corazón de la eurozona, que late en Berlín. Ni siquiera en una coyuntura tan peligrosa como la actual, en la que el Bréxit y Trump han evidenciado que los destrozos de la recesión están anegando al sistema político, la canciller alemana ha cedido, tal como se puso de manifiesto el pasado 5 de diciembre, cuando el eurogrupo, es decir, los ministros de Economía y Finanzas de los países del euro, rechazó la tímida propuesta de la Comisión Europea, defendida por el comisario económico Pierre Moscovici, de poner en marcha en 2017 un plan de inversiones por importe de 50.000 millones de euros. Y eso que Bruselas contaba con el apoyo de Francia, España, Irlanda, Portugal y Grecia.

Frágil recuperación

La postura de estos países venía avalada por organismos internacionales como el FMI o la OCDE, que insisten en que los países con las economías más saneadas, como es el caso de Alemania u Holanda, deben gastar e invertir más e incluso bajar impuestos y subir sueldos para propiciar el despegue económico de la zona. Todos ellos han llegado a un diagnóstico similar. Y es que la recuperación es frágil, la desigualdad crece sin tasa, la banca italiana se apresta a dar un susto financiero de impacto todavía desconocido y los síntomas que llegan del exterior son más que preocupantes, con una ralentización del comercio internacional que podría sufrir un duro golpe si Trump impone sus promesas proteccionistas, con un precio del petróleo „ uno de los factores que han ayudado al crecimiento europeo en los últimos años, singularmente a España„, al alza y con unas crecientes incertidumbres políticas debido a la proliferación de los populismos. Además, hay coincidencia que está empezando a agotarse la política monetaria expansiva impulsada por Mario Draghi desde el Banco Central Europeo, que ha sido, en el caso español, un elemento crucial para el aumento del PIB.

Como ha dicho el ministro de Economía, Luis de Guindos, «el riesgo político exige un cambio en la política económica europea», precisamente para propiciar un crecimiento fuerte y sostenible que ponga freno a los populismos de derecha, sobre todo, que amenazan con irrumpir en las próximas elecciones en el continente, en especial en Francia y Alemania. Merkel y Schäuble parece que lo ven de otra forma y, erre que erre, insisten en la austeridad y las reformas.

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