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Los guapos son raros

Canta el grupo Manel que los guapos son los raros, que lo sabe todo el mundo pero nadie lo dice. ¿Un consuelo? Por supuesto, pero también una realidad inapelable: los feos somos mayoría absoluta, aunque en la tele casi nunca lo parezca y se imponga esa ley no escrita que obliga a dar casi siempre los papeles protagonistas en base a cánones de belleza. ¿A qué viene todo esto? No hay más que zapear por nuestras series para encontrarnos con alguna escena en la que el guapo de la película es devorado por el secundario de lujo, esa categoría tradicional tan asentada en el cine español. Un nuevo paradigma de esta situación lo he descubierto esta semana en Telecinco, viendo en «Lo que escondían sus ojos» a Rubén Cortada en el papel de Ramón Serrano Suñer. Sospecho que en este caso no han ido buscando el parecido físico, precisamente. El que fuera ministro y cuñado de Franco era más bien rubio y no más alto que Hitler, como puede apreciarse en las fotos que compartieron en los primeros años de posguerra, ese momento tan germanófilo del régimen. El modelo cubano arrastra aún restos de su acento caribeño y falta de formación actoral. Esto último llega a ser dramático cuando coincide en plano con un intérprete tan brillante como Javier Gutiérrez dando vida a Francisco Franco. Todo sea por la trama romántica, que es la que manda.

El mismo actor que ahora encarna a Franco también ha sido durante años un simpático Sancho Panza en la piel de Sátur, el escudero del caballero ninja andante «Águila Roja». Yo diría que, más que robarle algún plano al protagonista David Janer, se ha quedado con capítulos enteros. Es una sensación que esta semana también he tenido asomándome a «Mar de plástico» y viendo al galán Rodolfo Sancho frente al gran Pedro Casablanc o el joven Patrick Criado. El niño que fue el marquesito en «Águila Roja» ha crecido en sabiduría y edad y también se impone en el duelo dramático con aplastante superioridad. En fin, la audiencia manda y doctores tienen las televisiones encargados del casting. También es verdad que los guapos a veces han de afearse para que les tomen en serio y les den un Oscar. El último ejemplo fue Matthew McConaughey. Aquí no aspiramos a tanto.

ESTILISMOS. Raro también, cómo poco, el vestuario de «La Voz». Las americanas de colores imposibles conviven con toda clase de atrevimientos estilísticos en nombre de la modernidad. Jesús Vázquez ha hecho un pacto con el demonio y puede con todo pero hay que ver a Melendi en versión elegante con chaqueta cruzada y pajarita, vaqueros rotos y zapatillas. Prometen más lentejuelas para la gran final... y para Nochevieja.

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