La memoria y el perdón da mucho jugo. Que se lo digan, si no, a la maestra Amelia Valcárcel, luminosa viajera intelectual de reciente visita en la Escola de Pensament Lluis Vives de la Universitat de València. Impartió allí un seminario en donde versó acerca de la «memoria de la historia» „tomo prestada esta expresión de Carles Senso, periodista de Levante-EMV y coautor de La ignomínia de l´oblit„ intentando ahondar en las raíces del perdón y su génesis histórica.

Esta modesta columna intentará simplificar el encuentro, si bien pido disculpas a la autora de Sexo y filosofía por tamaño atrevimiento. Leyéndome se pierden „sépanlo„ la finísima retórica de Amelia, amén de la propia de Carmen Alborch, anfitriona de lujo y que, cuando ejerce como tal, agudiza el espíritu intelectual, ético y estético del auditorio.

El punto de partida: no olvidar los agravios cometidos en la humanidad. Agravios que no pueden perdonarse en tanto que no prescriben. Entonces el deber de la memoria se instala sobre el deber de olvidar, al menos cuando nos referimos a dramas humanos como los campos de concentración nazis. El perdón siempre implicó el olvido: ésa es su señal, «como si no hubiera pasado nada». Pero luego aparece lo «imprescriptible», aquello imposible de perdonar, pues, ¿quién perdona por las víctimas? Los crímenes contra la humanidad entran en la categoría de lo imprescriptible: no se puede perdonar porque no se puede olvidar. En una guerra civil no está en una parte el agravio y en la otra el perdón. La memoria del agravio debe convertirse en una memoria común. Más sabiendo que el siglo XX es el más violento de la historia humana. Lo imprescriptible permite un perdón sin olvido, donde la agraviada ha sido la propia convivencia. Hay que restaurar el honor de los que están en las fosas comúnes. Sin olvidar que la democracia es muy frágil.

Amelia Valcárcel terminó categóricamente: «tenemos la obligación de conocer la tradición occidental porque los valores democráticos, siendo extraordinarios, pueden caerse y volver al pasado». Magistral.