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¿Vemos al rey? No, gracias

Algún analista advierte que lo que necesita el monarca es un «speech writer», en cristiano un escritor de discursos, cuando lo que en realidad precisa la institución es de un papel para no quedarse sin rollo que soltar.

El discurso navideño del rey ha pegado un bajón considerable de audiencia. Ha tenido menos seguimiento que el del padre en 2013, annus horribilis de éste, dejando claro que, aún en época de crisis, el morbo para los españoles es sagrado.

Supongo que sumaje debe ser consciente de que necesita encontrar su espacio y que, como ocurre en el resto de hogares, lo tiene más difícil que los progenitores. Hay un amplio consenso en admitir que, alrededor de los ejercicios de máximo apogeo de don Juan Carlos, se echó una capa de sigilo al cubo, no exenta de papanatismo, recubierta de la prudencia que aconsejaba la salida del túnel. Ya eso a las nuevas generaciones les cuesta tragárselo. Ahora bien, que Felipe VI se ponga atinadamente el hábito 2.0 para hablar de las transformaciones generadas por el descoque tecnológico y que ni plantee ­„o no pueda, que para el caso...„ el desgarro que supone en numerosas familias que sus vástagos hayan de irse al quinto pino porque no hemos apostado como debíamos por la nueva historia y no se está por tanto en condiciones de que desplieguen por casa los conocimientos, es que se las trae. Y encima el morbo que rodea a la Corona es por dónde irá el look de la reina que, aunque debe costarle, no sale en esta cita.

Algún analista advierte que lo que necesita el monarca es un speech writer, en cristiano un escritor de discursos, cuando lo que en realidad precisa la institución es de un papel para no quedarse sin rollo que soltar. Conectar con las nuevas generaciones en momentos tan jodidos a base de sobrevolar conlleva un stop para la monarquía. No entrar en ningún asunto, y con el resto de instancias que observan el fenómeno cruzadas de brazos, sí que choca y deja frío a quien se conecta a la tele mientras parte turrón del duro, de los que ya sabes que, si heredas, hay que dar fuerte. Pero en tanto se define qué va ser del monarca de mayor, igual le convendría dar un giro sometiéndose en Nochebuena a una entrevista. Y si se la hace una periodista llamada Letizia, para qué contarles.

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