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China copia las trampas del capitalismo

En la China comunista abundan las trampas del capitalismo. El "Wall Street Journal" ha revelado que los 32 mayores bancos cotizados del gigante asiático transformaron dos billones (con "b") de euros de créditos en inversión, lo que equivale al 20% de toda la cartera de cré- ditos de los bancos chinos. Con el "cambiazo" las entidades financieras evitaron tener que hacer las obligatorias provisiones por si el deudor no paga.

Los límites entre el crédito y la inversión son, a veces, difusos. En la mayoría de los casos, cuando una persona (llamé- mosla Pepe) compra una vivienda en realidad es el banco quien se la adquiere al propietario y luego será Pepe quien, poco a poco, en cómodos o no tan cómodos plazos, se la irá comprando al banco durante 20, 30 o 40 años. De mano Pepe só- lo pagará intereses y la entidad financiera le cobrará por la casa mucho más de lo que le pagó al dueño. Visto así, el crédito podría ser considerado una inversión del banco, más si cabe teniendo en cuenta que si Pepe no devuelve el crédito la entidad se quedará, como poco, con la vivienda.

Hacer pasar crédito por inversión es un viejo truco de la banca para no tener que provisionar fondos y poder destinarlos a otros negocios. Es una maniobra de alto riesgo porque el banco se puede quedar sin capacidad de respuesta ante el impago de los créditos.

En los últimos años la deuda pública y privada del gigante asiático ha aumentado 100 puntos de PIB y está muy por encima del 200% según diferentes fuentes (en la hermética China todo hay que cogerlo con pinzas). No obstante hay que tener en cuenta que gran parte de esa deuda corresponde a compromisos financieros de entidades públicas (empresas estatales, gobiernos locales€) adquiridos con otras entidades públicas (los bancos), lo cual hace pensar que el problema podría resolverse, como ha ocurrido en otras ocasiones, mediante condonaciones de deudas, traspasos al presupuesto del Estado o mediante la compra por el banco central de los préstamos morosos acumulados por los bancos.

Cuesta creer que las autoridades comunistas chinas no estuvieran al corriente de las trampas que realizan los principales bancos del país para hacer pasar crédito por inversión. En los últimos tiempos se han producido varias oleadas de flujos de efectivo que han salido del país debido al deseo del Gobierno de mantener la moneda estable. Ambos factores han reducido la cantidad de yuanes en el sistema financiero y ello a pesar de los miles de millones que ha inyectado el banco central chino. Vistos los escasos resultados, el regulador del sistema recurrió a un instrumento mucho más poderoso para que fluyera el crédito: el recorte del porcentaje de dinero que se exige a los bancos mantener en reserva.

La reducción de las reservas sumada a la irregular falta de provisión de créditos por los "cambiazos" pone en entredicho la solvencia de la banca. Un nuevo asiento en el debe del cuestionado modelo de crecimiento chino, del gigante asiático al que muchos ven pies de barro.

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