Cuarenta años de permisividad casi total en el control del tráfico, con un sistema de sanciones que apenas hace mella en los infractores, (lo que fomenta la impunidad) explica que cueste reconducir la situación. Una situación que, por ahora, mantiene casi intactos los rasgos básicos del modelo «todo para el automóvil»: Ni las características físicas de las calles, ni el sistema semafórico, ni el control de la disciplina, actúan a favor de la mayoría de los ciudadanos. Más bien al contrario, van sobre todo contra los viandantes, contra los niños, contra las personas mayores y contra los discapacitados.

Es licito preguntarse a qué viene pues esa absurda campaña que intenta hacer creer que, con las nuevas medidas del ayuntamiento (tímidas limitaciones de acceso en coche, intentos de moderar la velocidad), el caos se ha apoderado de nuestras calles, o que el gobierno local ha iniciado una alocada carrera de proyectos sin consultar con la gente, o que se están vulnerando derechos básicos, como el de, ahí es nada, poder circular sin apenas limitaciones de velocidad, o de poder aparcar donde a uno le viene en gana, por ejemplo, en el carril para bus-taxi. Por no hablar de la carga y descarga, de la expansión de las terrazas o de la ocupación de aceras por obras particulares. Es una campaña contra la racionalidad, y por si no son conscientes de ello, también contra los mismos que la propalan, porque, no lo olvidemos, la calle nos iguala a todos.

Hace poco más de un año que viene reuniéndose la Mesa de la Movilidad, un foro promovido por el Ayuntamiento de Valencia, al que asisten personas y representantes de colectivos o entidades de perfiles diferentes como taxistas, ciclistas, comerciantes o padres y madres de alumnos de colegios. Un modelo de participación todavía mejorable, donde los vecinos deberían tener más presencia.

Su objetivo no es otro que fomentar el debate sobre la multiplicidad de intereses y conflictos que recaen en el espacio urbano, con miras a impulsar un pacto por una ciudad más habitable, en la que el espacio público es su elemento más determinante. Se someten a discusión las medidas y proyectos que va planteando el ayuntamiento, donde caben obviamente discrepancias pero buscando el acuerdo en una serie de cuestiones básicas.

No hay una ideología perversa

No hay, por mucho que algunos quieran politizar la cuestión, una ideología perversa detrás de esos principios, una persecución a los coches como si estos fueran sujetos animados de derechos, absurdo ridículo donde los haya.

A todos beneficia que la calle sea más segura, a todos favorece que se pueda andar sin sobresaltos, a todos protege un aire más limpio y con menos ruido. Algunas obviedades producen sonrojo: a todos significa a todos, los que votan a unos partidos o a otros, a quienes no votan y a quienes no pueden votar.

Intentar acabar con las víctimas mortales y los heridos, sanear el ambiente, facilitar los desplazamientos a pie y animar al uso del transporte colectivo. Todo lo cual, además, estimula la actividad comercial y el turismo responsable. No existe ni un solo ejemplo de ciudades en el mundo donde haya ocurrido lo contrario con la pacificación del tráfico.

Volviendo a la Mesa de la Movilidad, es fácil comprobar que el ambiente no es otro que el del contraste respetuoso, tranquilo y constructivo, por mucho que durante las sesiones, los gestores municipales (el propio concejal de movilidad, EMT, Policía Local, servicios técnicos) vienen siendo objeto de quejas, y requeridos para dar explicaciones. Y en las que muchos de los participantes confirman la impresión de impunidad con la que se infringe la ley. Todo ello, insisto, en un ambiente que nada tiene que ver con las insoportables tertulias en que todos se interrumpen, todos alzan la voz, todos quieren saber y muy pocos muestran conocimiento.

Vuelvo a preguntarme, pues, a qué viene el intento de fomentar una corriente de opinión que trata de paralizar cualquier avance, de generalizar, supuestamente, en nombre de todos los vecinos, de todos los taxistas, de todos los hosteleros, de todos los comerciantes.

A muchos nos inquieta que esta ciudad no se ponga al día, como lo han hecho otras, tanto con gobiernos conservadores como con gobiernos progresistas. Nos inquieta que tengamos que seguir respirando un aire envenenado, sucio y ruidoso, dejando esa herencia a nuestros hijos y nietos, desaprovechando las ventajas que tiene el caminar, pasear, ir en bicicleta, o moverse en un magnífico servicio de autobuses, „a reducir su impacto ambiental„ que solo es utilizado por personas que no tienen acceso al vehículo privado.

El foro se creó para dar cabida a las ansias de participación, por mucho que todos tratamos de aprender esa delicada tarea. No ha menguado el interés ni la asistencia a las reuniones. Es por ello un buen camino, el camino del entendimiento.