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El miedo al copago farmacéutico

Hay que perder el miedo al debate. Cerrar las puertas a las ideas, a las soluciones o a las alternativas solo por dogmatismos asociados coceptos pretendidamente intocables por motivos ideológicos o estratégticos es un grave error. Por ejemplo, el copago de los medicamentos. No es malo por naturaleza, solo si su aplicación es socialmente injusta. Es más, puede resultar incluso ético si se implanta de forma equitativa.

Eso sí, no todas las propuestas de copago buscan ese equilibrio social, algunas solo pretenden un equilibrio económico para las cuentas públicas por la vía más rápida, más fácil, pero más peligrosa para los intereses de los ciudadanos.

La ministra de Sanidad, Dolors Monserrat, ha vuelto a insistir en la necesidad de «ajustar» dicho copago a los pensionistas que obtienen unos ingresos de entre 18.000 y 100.000 euros. Sorprendentemente, Monserrat, viendo la que se le venía encima, trató de plegar velas, para horas después admitir que se estaba estudiando, llegando a asegurar que no había una decisión tomada ni un estudio encargado aún.

Una muestra del temor atávico que despiertan en el PP determinadas propuestas que tocan el bolsillo del colectivo de los pensionistas. Y digo determinadas, porque otras, como la de «desindexar» las pensiones del IPC y aplicar la subida del 0,25 % que va a hacer perder a los jubilados un 1,25 % del poder adquisitivo, las toman sin que ningún dirigente se rasgue las vestiduras.

Pero volviendo a la idea del copago de los medicamentos, su aplicación de forma progresiva, no por tramos tan amplios como los que existen actualmente, y manteniendo determinadas garantías, es una opción razonable.

Pero no haciéndolo de cualquier manera, sino avalando los tratamientos de los enfermos crónicos o los especializados (enfermedades raras,..) sin que supongan un esfuerzo extraordinario para los usuarios, especialmente para los que tienen un poder adquisitivo más reducido.

Y por supuesto, aplicando una progresividad bién entendida. Los grandes tramos, como sucede actualmente „de 18.000 euros brutos anuales a los 100.000 pagan un 18 % de los fármacos con un tope de 18 euros mensual„ son injustos. No es lo mismo asumir esos 18 euros ganando 1.200 euros brutos mensuales que con un salario de más de 7.000. Esa progresividad, además, permitiría ampliar la base de los que están exentos del pago por tener unas rentas mínimas.

También sería necesario revisar otras disposiciones evidentemente injustas, como las que obligan a pagar un porcentaje de los fármacos a las personas empleadas, indistintatmente de sus ingresos . Por ejemplo, un trabajador con un contrato por horas que gane 5.000 euros brutos anuales „o incluso menos„ abona actualmente un 40 % de los medicamentos sin tope, mientras que un jubilado que gane 100.000, abona un 10 % con un límite de 18 euros mensuales. ¿Es justo?

Rechazar el copago farmacéutico sin más puede llegar a ser tan demagógico e injusto como defenderlo sin progresividad ni garantías.

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