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Gerifaltes de hogaño

Como sabemos por las crónicas y por el libro de Andy Robinson, cada cierto tiempo o todos los días, se quejan los dueños del mundo (ser escandalosamente rico, también tiene sus problemas), de los procedimientos y rituales de la democracia parlamentaria y las garantías judiciales (salvo para ellos, claro). Les parecen ensimismadas, poco resolutivas y con excesiva consideración por los insolventes, o sea por aquellos que lo pagamos todo. De ahí que, en Italia, hayan cambiado dos primeros ministros (y uno de ellos, Matteo Renzi, tras tentar una reforma constitucional por suerte fracasada), sin celebrar elecciones. El bipartito PP/PSOE practica sus triquiñuelas a la española tratando de que no se note que afuera hay muchos más votos de los que ellos reúnen.

Mientras tanto, Francia juzgaba a la directora del FMI, Christine Lagarde por mangoneos con dinero público (era ministra, en ese momento) que permitieron que el plutócrata Bernad Tapie se levantara 400 millones de euros con cargo al Estado. Pese al veredicto que señala «un conjunto de faltas que superan el nivel de una simple negligencia», los jueces la dejan sin sanción debido «a la personalidad y reputación nacional e internacional» de la imputada. El argumento es considerado «poco jurídico». Nada, diría yo. Y como homenaje a las piernas de la señora Lagarde, me parece excesivo. Más personalidad tenía Lola Flores y bien que la alguacilaron los de Hacienda por mal pagadora.

Introducido el modo de producción asiático (salarios de pena, horarios variables), ahora toca atender la pretensión de los oligarcas trasnacionales de fijar una gobernanza «más operativa», o sea más autoritaria y sin tantas consideraciones con el personal. Se me pone cara de chino. Algún día habremos de plantear, como hace la novela Khïmera, con seriedad, que no fúnebremente, hacía dónde nos encaminamos con semejante deriva. Occidente no tenía fricciones graves con el Islam, hace treinta años, y ahora tiene cinco o seis guerras abiertas. Y nos preguntamos por qué Lagarde es inmune y sus antepasados en el FMI, Rodrigo Rato o Strauss-Kahn, asaltan cajas de ahorro o camareras cuando son de su gusto.

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