Aquí, en la Comunitat, los populares hemos adquirido un compromiso que no podemos defraudar. Nos hemos comprometido a reconstruir el vínculo político con nuestros votantes y simpatizantes y hacer de nuestro trabajo un ejercicio de transparencia. Reconstrucción y transparencia, dos retos que no podemos aplazar por exigencias de un guión marcado por los intereses de los de «arriba» en el partido. Se lo debemos a los valencianos, a nuestra propia estima política y a todos los militantes que han aportado su esfuerzo en los 27 años de existencia.

Dos reflexiones que considero importantes. No podemos enajenar la propiedad política del partido con la excusa de la unidad frente a la división de nuestros adversarios; el partido es de los militantes, hoy mas que nunca, y no lo salvaremos de la deriva si no lo enderezamos. Lo diré mas alto, la dirección del partido y su presidente han de ser elegidos por todos los militantes mediante un proceso de primarias que seleccione a los candidatos que toda la militancia ha de elegir en votación libre y secreta. Lo contrario no es transparente y da pie a los conocidos procesos entre bambalinas que el Congreso de febrero debe resolver: un militante, un voto, esa es la propuesta de los compromisarios comprometidos con la regeneración.

No podemos pretender reconstruir los lazos con nuestros votantes y simpatizantes apelando a que somos un partido de centro reformista sin mas, como propone la Ponencia al congreso de febrero. No solamente somos herederos de tres tradiciones políticas del centroderecha español: conservadora, democratacristiana y liberal, sino que olvidamos a menudo que heredamos el sentir regionalista de lo diferente en la unidad de la Patria común que es España. Un pilar que el Congreso debe tener en cuenta.

Y eso es importante para nosotros, el pueblo valenciano, cuando somos los únicos que hemos defendido y seguimos defendiendo los intereses de nuestra comunidad política, el ayer Reino de Valencia y hoy Comunitat Valenciana. Somos los únicos que hemos hecho frente, con eficacia, a los déficits de infraestructura, de financiación, de menosprecio a nuestra riqueza lingüística y cultural, a nuestra proyección exterior al igual que seguimos haciendo en el resto de pueblos de España donde buscamos la equidad y la cooperación entre todos los territorios.

En la Comunitat hemos sido ganadores cuando hemos respetado el contenido de nuestro «pacto fundacional» sobre cuatro pilares, de equilibrio inestable pero agrupados hace 27 años con inteligencia política: AP y sus juventudes -NN.GG.-, el CDS , los liberales de nuestra sociedad civil movilizada en Orihuela, y Unión Valenciana, especialmente en el área metropolitana de Valencia gracias al esfuerzo unificador de Rita Barberá, liderazgo que molestaba políticamente al PSPV y a Compromís, coalición de catalanistas, comunistas y ecologistas. Algún día tendrán que responder de las consecuencias de su conspiración.

La pregunta, ahora, es si estamos dispuestos a que nos impongan las mismas «caras nuevas» de 2011, las mismas que nos llevaron a la ruina política por tres veces seguidas, o somos nosotros quienes elijamos a nuestros dirigentes, esto es: si optamos por la transparencia de nuestros procesos electorales internos, o no, y si estamos dispuestos a reconstruir el «bloque» de centro-derecha valencianista: centro-liberal, regionalista y social-conservador. Un reto político difícil pero alcanzable si los militantes recuperamos la propiedad política del PP y del PPCV. Somos los que tenemos que decidir, el partido es nuestro.