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La cúpula del Rey Jaume I

Callejeando, a veces no prestamos mucha atención a los cambios que sufre la ciudad. Y puede ser peligroso no fijarse. Los riesgos de la calle, de las aceras, de la zona peatonal son múltiples y de graves consecuencias. Pero tiene sus adeptos y su encanto. La ciudad es una obra en marcha o en progreso. Los detalles de esta evolución están a la vista y puede deparar sorpresas.

Un nuevo restaurante se está instalando en uno de esos chaflanes que dan sus características a Valencia. Los edificios déco de los años 30 tenían ese acabado. Y es una manera de resolver la esquina de forma más amable. En este mismo edificio han estado los Almacenes Rey Don Jaime y luego, desde hace años, diversas entidades bancarias nacionales e internacionales. La última vendió su cartera de negocios a una de las grandes bancas españolas y por ello el local quedó libre. Era un punto muy atractivo. Una de las aceras por donde pasa más gente de Valencia.

Mientras hacen la reforma, sin duda con todas las de la ley, echo de menos que se haya aprovechado para recuperar la cúpula de los grandes almacenes de los años veinte y que de niños veíamos cuando nuestras madres nos traían con ellas, de compras. Ignoro si se ha conservado bajo el cielo raso que pusieron para hacer unas oficinas. Pero siempre he albergado la esperanza que sea así. Y que puede seguir ahí, por encima del techo actual, que habrán renovado en esta decoración enteramente nueva.

Lo había pintado, según me decían sus descendientes, Baltasar Martorell, un pintor-decorador que estudió en la Escuela de Bellas Artes y que falleció joven. Era hijo de otro artesano, pintor de abanicos, que también pintó buenos oleos sobre tabla, con bodegones, flores y escenas muy marcado por la experiencia de Fortuny. Las academias de Baltasar Martorell se han conservado y sus dibujos de estatuas son muy buenos. A partir de modelos de yeso „sin duda, así era el aprendizaje entonces„ hacía prodigios.

También dirigía un grupo de teatro, de aficionados, en la sala del Palau de Parcent, hoy desaparecido, situado donde se encuentra ahora un jardín, frente a la iglesia de los Santos Juanes. He visto alguna de las obras que utilizó, con sus notas, las adaptaciones que hizo. A veces eran sainetes y obras del repertorio más ilustre. Se lo comenté en alguna ocasión a Josep Lluís Sirera. El hijo del pintor, del mismo nombre que su padre, fue fusilado „tras años de estar preso en San Miguel de los Reyes„ en una tapia de Paterna al amanecer y sigue en alguna fosa común.

Si en las revistas de la época han perdurado las notas del artista, y hasta fotos de su elenco, me gustaría pensar que también esa cúpula que pintó sigue en pie y nadie se ha atrevido a derribarla o destruirla. Sería una catástrofe lo contrario o una destrucción de patrimonio innecesaria, como tantas se han llevado a cabo. Los expertos, que nos han dado varias sorpresas, como los frescos de Renau en la calle Caballeros, puedan mostrar interés y hacer las averiguaciones pertinentes. Los que pintó Manolo Gil en una taberna se preservaron. Tal vez sigue en pie esa obra en un sitio tan céntrico.

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