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Prestigiosos analfabetos

No es novedad, no invento el mundo, es más, insisto en lo obvio. No es que en la tele sólo veamos gente no cultivada, es que la tele es lo que es, o como decía Malfalda en una de sus míticas tiras donde reflexionaba sobre la televisión. Mamá, dice a su madre, ¿habrá algo bueno en la televisión? Y empieza como loca a cambiar de canal. Al rato, harta de ver distintas cadenas, vuelve a decirle a su mamá, ¡nada!, en todas hay televisión. Pues eso. La tele es lo que es. No es la Escuela de Atenas, y por tanto no vendrá ningún Rafael a pintarla de nuevo. Hasta ahí todo bien, todo en orden. ¿Pero tiene que ser, tal como vemos, un nido de analfabetos, desinformados, y además elevados a una categoría que huele a prestigio y brillo social? Veamos. El otro día los de Zapeando pasaron un momento del concurso de Antena 3 que presenta por las tardes, con sus chistes y sus cosas, Arturo Valls, Ahora caigo. Entre dos chicos jóvenes se dilucidaba quién sería el que participaría en el concurso. Antes, por tanto, había una prueba eliminatoria. Se van dando pistas hasta que uno tiene la respuesta. La leyenda genérica es Historia. Arturo da la primera pista. Sucedió, dice, en el siglo XX. La segunda. Conflicto social, político y bélico. La tercera. La Pasionaria. El presentador, para relajar el ambiente, suelta su primer chiste. Ahora mismo estáis más perdidos que un pedo en un jacuzzi. Cuarta pista. Inspiró el Guernica de Picasso. Quinta. Hubo un alzamiento. Sexta? ¿Levantamiento del 2 de mayo? , interrumpe el concursante. Oh, my God, suelta el presentador, que no da crédito. Bueno, pues ni por esas. Hasta diez pistas hay que darles a los chicos, eso sí, monísimos, conjuntados, con cortes de pelo de pasarela, pero incapaces de acertar. Hasta que se dijo que a consecuencia de ella mucha gente se había exiliado no supieron que se hablaba de la guerra civil española. Es verdad que este ejemplo no retrata el total, y que en el magma de la tele sólo es indicativo. Pero?

Risto y ella. Pongamos que también sea indicativo la elección «de la mujer más famosa de España» para sentar su potorro en el Chester in love de Risto Mejide, que Cuatro estrenó, tras su aventura en Atresmedia, el domingo pasado. Risto ya habló en G20, que recuerdo como uno de los programas más necios que hayan salido por la cajita de sorpresas casera, con la ex cajera, pero Belén Esteban tiene un bagaje emocional, intelectual y de influencia tan poderoso que merece una y mil entrevistas en profundidad para que no escape nada nuevo que pudiera haber criado esa cabecita suya tan imprescindible. Pues eso. Es otro ejemplo de supino, abstruso, premiado y reconocido analfabetismo ejerciente. Dice la cadena y la productora, La fábrica de la tele „Sálvame, Sálvame de Luxe, Cámbiame, Cazamariposas, y otras cumbres de la televisión basura„ que en esta nueva etapa, Risto preguntará a los ocupantes del sofá por cuestiones temáticas como la fama, el amor, o el gran tema de temas, dios. Ya os lo digo, pimpollo y pimpolla, me importa una cagarruta lo que piense esta señora sobre nada. Pero algo está claro, cada vez que Mediaset la trata como una diva, como una eminencia, como un referente, como un ejemplo a seguir, un niño muere de agobio, una estrella deja de iluminarnos, un río se seca, una tormenta de arena se echa encima, y un castigo del cielo se fragua para exterminarnos. So tontos. Que sois muy listos. Hace poco hablé aquí de la vuelta puntual de Homo zapping, en Neox, y escribí que el especial consiguió ser uno de los programas más interesantes de la oferta navideña. Uno de los gags brilló por su rocambolesco planteamiento, que tiene que ver con la ignorancia, premiada con horas y horas de televisión hasta convertir lo que representa Mujeres y hombres y viceversa en modelo a seguir.

Baroja y Alberti. Tamara y Rubén, dos aspirantes a tronista, que creo que es lo máximo a lo que se aspira en el programa de Emma García, no han tenido una buena experiencia tras su primera cita fuera del plató. El motivo del desencuentro es casi imposible de solucionar. Tamara es defensora a muerte de la Generación del 27. Rubén defendería con su último aliento de vida la Generación del 98. Toca hacer una valoración de vuestra cita, dice la doble de Emma García, que borda su imitación. Pues si quieres te le resumo en dos palabras, le contesta la choni Tamara sin dejar de mascar chicle, una mierda. Tú te crees que en la primera cita va y me dice que no le gusta la Generación del 27. Mira Emma, salta sin poder aguantar, el despechugado Rubén, un tete de piernas abiertas y paquete a juego, si me dice la del 98 pues nos hubiéramos entendido porque ahí sí, ahí hubo innovación tanto estética como sistemática, pero la del 27, nano? Que no, joé, le interrumpe la culta poligonera, no me puedes comparar El árbol de la ciencia con Marinero en tierra. El gag no tiene desperdicio. Es feroz. Según datos de los editores españoles, dato que se repite de forma recurrente cada año, en nuestro país 4 de cada 10 ciudadanos ni siquiera toca un libro, yo creo que por si quema, o te vuelve majara, o te contagia algo malo, coño, que las páginas las carga el diablo. Además, que somos criaturas de un dios que nos hizo racionales, inteligentes, es decir, con posibilidad de elección. Lo dice, mucho mejor que yo, Joaquín Prat, «las televisiones no atontamos a la gente, es el público el que decide». Y lleva razón. Si el pescado no se vende, el comerciante no lo pone en su tienda. Si la carne con olor a podrido es lo que tira, hala, a vender carne corrompida. Es la ley de la oferta y la demanda. La culpa, por tanto, de la audiencia. A la empresa le da igual una cosa que la otra, siempre que gane dinero, a espuertas si es posible. ¿Pero las teles privadas no consiguieron su licencia porque no podían olvidar que también eran un servicio público? Pues eso, pues claro que sí. ¿Parece poco servicio público atontar al respetable, llenarle la cabeza de pájaros, hacer de la ignorancia un valor en alza, alentar chuminadas, y crear «belenes esteban» a cascoporro como modelos a imitar?

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