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Terremotos en Italia: las placas peligrosas

Sobre las causas y características de seísmos en ciudades como Florencia, Nápoles o Roma

La península italiana es tierra de terremotos. Son famosos los ocurridos en Sicilia y Nápoles (año 1456, 30.000 víctimas), Sicilia (año 1693, 60.000 muertos), L´Aquila (año 1703, 40.000 fallecidos), Calabria (año 1783, 30.000 defunciones) o Messina (año 1908, con la escalofriante cifra de 82.000 víctimas mortales).

En el siglo XXI, este ancestral dinamismo geológico ya causó una importante catástrofe en 2009, con 308 víctimas mortales en L´Aquila (capital de los Abruzzos, región central de la península itálica). El 24 de agosto de 2016 se produjeron temblores sísmicos en la misma zona, con epicentros ubicados en el Valle de Tronto. Los sismos provocaron cuantiosos daños en algunas localidades de las regiones del Lacio (Amatrice y Accumoli) y de las Marcas (Arquata del Tronto), con unos 300 fallecidos. Sus efectos también fueron sentidos en un amplio radio, incluyendo Roma, Nápoles o Florencia. Las características técnicas de las sacudidas principales son notables: 6,2 grados de magnitud en la escala de Richter, profundidades de los hipocentros de 4,4 kilómetros y deformaciones superficiales de 20 cm.

Dos meses después, el 26 de octubre, se produjeron nuevas convulsiones en este ámbito geográfico (provincia de Macerata, región de las Marcas, a 150 km. al nordeste de Roma), con epicentro a una profundidad de 10 km. y la peculiaridad inusual de que el primer sismo (5,4 grados) tuvo una menor magnitud que el que le siguió dos horas más tarde (6,2 grados). Este último fue sentido claramente en Roma donde provocó tensión en la población aunque no produjo víctimas pero sí muchos destrozos. Una característica curiosa de estos terremotos y sus réplicas es que avanzaban en dirección noroeste siguiendo, probablemente, la rotura del mismo plano de falla que progresaba en esa dirección.

El pasado 18 de enero se repitieron los terremotos. Se detectaron cuatro significativos, alineados también según una orientación NO-SE, con magnitudes de 5,1 a 5,7 grados e hipocentros a profundidades por debajo de los 9 km. La localización del área castigada fue la ya mencionada, entre L´Aquila y Amatrice, con foco en Montereale. Dada su intensidad, los sismos fueron sentidos, nuevamente, en ciudades como Florencia o Nápoles, siendo Roma especialmente afectada por su cercanía al epicentro (unos 100 km.). En esta ocasión fue obligada la evacuación del metro y de varios centros educativos y culturales. Como resultado hubo una víctima mortal y se desestabilizó un copioso manto de nieve existente en las montañas de los Abruzzos provocando un alud que sepultó a los clientes alojados en un hotel.

¿Cuál es la causa de tales fenómenos?. Pues bien, la corteza de nuestro planeta tiene una configuración descrita por la Tectónica de Placas. De acuerdo con ella, la corteza está formada por grandes losas (placas) que se mueven unas respecto a otras, acercándose, alejándose o resbalando en sus bordes.

Cuando dos placas se acercan se produce una fuerte compresión en sus límites en contacto. Si ambas placas están formadas por corteza continental (de baja densidad) la colisión produce el levantamiento de una cordillera (caso del Himalaya, entre las placas Eurasiática y de India). Si una placa está formada por corteza oceánica (más densa), la placa continental montará sobre ella y aquella descenderá hacia el manto superior dando lugar a una zona de subducción. Aquí también se elevará una cordillera (por ejemplo, Los Andes que surgen entre la placas Sudamericana y la de Nazca).

Volviendo a Italia, los Montes Apeninos presentan una disposición alargada que recorre la "bota" de noroeste a sureste, con una longitud de 1.400 km., desde el golfo de Liguria hasta la península de Calabria. Esta cadena orogénica se está levantando todavía como resultado de un proceso de subducción que tiene lugar desde hace 20 millones de años. Lo que acontece es que la subplaca tectónica Adriática (con corteza oceánica en el fondo de dicho mar) se introduce por debajo de la subplaca Itálica, que forma parte de la placa Euroasiática a la que está unida por la cordillera de los Alpes. Además, una cuarta placa ubicada al sur, la placa africana, empuja Italia hacia la península balcánica (el Adriático desaparecerá en 10 millones de años). Según datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos, en este conflictivo lugar la placa Itálica se mueve a una apreciable velocidad de 24 mm. por año hacia el nordeste.

En este complicado marco geológico -con la confluencia de cuatro placas tectónicas- la zona se muestra propicia para una importante actividad telúrica. Esto es conocido históricamente desde los tiempos del imperio romano que ya anotó en sus anales numerosos sismos y fenómenos volcánicos, como la erupción del Vesubio del año 79 que enterró Pompeya y Herculano. El vulcanismo también es propio de los bordes de placa y amenaza, hoy día, a la ciudad de Nápoles y su alfoz.

Desde España, la actividad de la placa Itálica es importante, pues su límite septentrional se corresponde con la falla de Alhama en Murcia. Este accidente discurre por todo el sureste español, al norte de Lorca, y continua por el fondo del mediterráneo al noroeste de las islas Baleares, hasta conectar con los Apeninos. Toda la parte norte de la península ibérica avanza con dirección nordeste resbalando en la falla de Alhama a una velocidad de 15 mm. por año. La actividad sísmica más fuerte, en nuestro país, se corresponde con el sureste español y está relacionada con esta placa que cubre el mediterráneo occidental.

En condiciones normales, los sismos no son dañinos para la Humanidad. Como dijo un arzobispo en un funeral celebrado por las víctimas: "la obra de Dios no mata, mata la obra de los hombres". En efecto, son las construcciones defectuosas, mal ejecutadas o que carecen de medidas apropiadas las que producen perjuicios a las personas. Es un debate abierto en Italia, donde muchos edificios modernos deficientemente construidos han colapsado, permaneciendo en pie otros más antiguos. Una baja o nula planificación en la construcción ha amplificado las tragedias que provoca cada episodio sísmico. También es posible que, aun disponiendo de adecuadas normas protectoras, la administración italiana no haya realizado las correspondientes labores de inspección y control de las edificaciones, con el nefasto resultado final conocido.

En España, en cambio, existe una infraestructura de mapas geológicos de detalle muy potente y una "Norma de Construcción Sismorresistente" muy desarrollada, siendo obligatorio el estudio geotécnico y geológico del subsuelo de cualquier infraestructura, edificio, etc. También existen inspecciones de las obras en construcción para poder constituir un seguro decenal que proteja a los compradores. Todo ello redunda en una buena calidad de los edificios ante un terremoto.

No obstante lo anterior, y desde el terremoto de Lorca (2011, magnitud 5,1) con epicentro en la falla de Alhama, los geólogos españoles venimos insistiendo en la necesidad de revisar y endurecer nuestra normativa antisísmica a la vista de la inusitada actividad que está teniendo esta placa, de la que forman parte tanto la península apenina como el sureste español.

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