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Primero, la autoridad

En política no están en juego las estrategias y las ideas, sino el poder

Iglesias no negociará con Errejón y Errejón tampoco pactará con Iglesias. La lucha en Podemos no es ideológica, ni siquiera estratégica, es simplemente de poder. Irene Montero, la jefa de gabinete del líder, ha dicho claramente que la dirección no debe repartirse entre las familias. Para ser tan neófita la organización, existen, además, demasiadas familias dentro de ella: los pablistas, los errejonistas y los anticapitalistas, que se sepa. Luego están los satélites periféricos y sus particularidades.

Pablo Iglesias ha querido jugarse su órdago de si gano me quedo si pierdo me voy, algo que está resultando irresistible para los políticos que obligan a decidir entre el respaldo incondicional y la fuga, para después volver. Y que también pone de manifiesto cierta querencia o arrogancia despótica. Fue lo que hizo Sánchez en el PSOE y seguramente no ha dejado de lamentarse por ello. En Italia, aguas arriba, Renzi aseguró que dimitiría si perdía el referéndum constitucional, y el país ya tiene un nuevo primer ministro no elegido por el pueblo.

Ahora Errejón está convencido de que Iglesias puede ser el Sánchez de Podemos. Por eso aguarda los idus de enero en Vistalegre, donde el pequeño timonel puede perder la votación de su proyecto político y provisionalmente abandonar. La coleta, desde luego, no se la va a cortar.

Lo que está en juego, ya digo, no son las diferencias ideológicas, estratégicas u organizativas, que no van a ningún lado comparadas con las ambiciones personales de detentar el poder absoluto. El "proyecto" o la "línea política", no se equivoquen, son Iglesias, Errejón, Sánchez o Renzi, que pretenden o han pretendido reforzar su autoridad. Si no fuera así se podría arreglar cediendo todos algo en busca de la unidad.

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