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¿Puede funcionar así una democracia?

Un 91 por ciento de los estadounidenses desconfían del Gobierno, un 80 por ciento, no creen en los medios de comunicación y un 73 por ciento recelan de los jueces.

Son datos del instituto demoscópico Gallup, y es lícito preguntarse si puede funcionar así una democracia.

El nuevo presidente de Estados Unidos ha sabido utilizar en provecho propio esa desconfianza tanto en las instituciones como en los mecanismos de control del Ejecutivo, entre ellos la prensa.

Y ha conseguido que los ciudadanos vean en los grandes medios tradicionales otros tantos aliados de las elites, del odiado establishment.

Lo que le ha permitido presentarse a sí mismo como el único que no miente y que tiene además el valor de enfrentarse a ellos, puenteándolos para dirigirse sin filtros ni intermediarios a sus compatriotas.

¿Qué falta le hacen el New York Times, el Chicago Tribune o el Washington Post cuando tiene millones de seguidores en Twitter, la red de todos los exabruptos y mentiras?

¿Qué falta hacen sesudos artículos de opinión cuando se puede decir lo primero que le viene a uno a la cabeza en 140 caracteres?

Y no hay duda de que Trump es un maestro en el empleo de Twitter: mientras estuvo en campaña hubo días en que vomitó hasta 70 mensajes por esa red que se ha dado en llamar "social".

El republicano por conveniencia no dejó de tronar en ella contra la "prensa mendaz", a la que acusó de ser la aliada del establishment y ocultarles su verdad, la de Trump, la única que vale, a los ciudadanos.

Sus tuits contenían mensajes como "¿Crece la economía? Gracias Trump" o "Mi inauguración será mucho más grandiosa que lo esperado. 20 de enero en Washington.¡Que os divirtáis!"

Como un vendedor de crecepelo, sin el mínimo rubor, Trump se dedicó al continuo autobombo en un país que ha demostrado una y otra vez admirar sólo al que triunfa y despreciar al que se queda por el camino.

Habría también que preguntarse en qué fallaron los medios, por qué, fascinados muchas veces por la irracionalidad de un personaje que les proporcionaba continuos y escandalosos titulares, no supieron desenmascarar a tiempo al demagogo e impedirle su ascensión hacia la Casa Blanca.

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