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Botín de guerra

Todo indica que esa curiosa deriva de los precios de la energía que la vuelve más cara cuando más falta hace, responde a una provisión de fondos, sí. Como ese tremendo mix de energías patrióticas que responde al nombre de PPOE aprobó una ley, resolución o lo que sea, para asegurar el suministro a las familias vulnerables, lo han dispuesto todo para que paguemos nosotros la factura y que no se toque ni una astilla „nunca mejor dicho„ de sus beneficios en calidad de capitanes de empresa o políticos adheridos. Y no hay quien haya ejercido alguna sinecura o consulado que no moje en esta rica olla que da para todos. Incluso he visto a aquel desafortunado experimento que responde al nombre de Hernández Mancha con una canonjía en Enagás.

Las abuelitas que arden, con su catalítica „modelo del 76„, sus cortinas de tergal y las flores secas, seguirán cayendo hasta el despertar de la primavera y el cruel mes de abril, que mata a los poetas que no encuentran la consonante, cuando, dicen, el tiempo en sazón marque el momento de aplicar las medidas contra la pobreza energética. No tengan prisa, por dios. La meteorología también es de derechas: bloquea a los camioneros, echa a las viudas, hindúes o no, al brasero, pero los remontes de Baqueira Beret van muy aceitados.

Se alegará que las medidas para librar a los pobres de su bajón energético lo pagaríamos nosotros de todos modos: con los impuestos. Cierto, pero se pueden hacer las cosas con un poco más de estilo. Por otra parte no me vengan con la ley de la oferta y la demanda: son ustedes y no el mercado los que marcan el mix, las fuentes y los precios; nosotros no podemos elegir. Son empresas tan libres como las petroleras y gasistas de Putin, aunque aquí se repartieron el perol sin necesidad de pegar tiros: el general convirtió a los antiguos legionarios, como aquel bizarro Pizarro, en un ganado pastueño y codicioso, que es el que tenemos en el inmenso negocio de los hidrocarburos, que tan mal huelen, y no es por casualidad ni por culpa de la química.

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