En un artículo publicado en la Revista de Geografía en los inicios de la década de los 80 varios geógrafos compararon las temperaturas de diferentes observatorios meteorológicos situados en zonas elevadas (Pirineos, como por ejemplo la Molina) y áreas bajas, en las llanuras y en el litoral ( las ciudades de Barcelona, ??Lleida y Girona) durante las advecciones frías, por ejemplo en diciembre de 1980.

Se comprobó que en el inicio de la advección fría la temperatura más baja del episodio se producía en las áreas elevadas, coincidiendo con los menores valores térmicos a 1.500 m, o en otros términos con la temperatura más baja a 850 hPa {El hectopascal „hPa„ es una unidad de presión que equivale a 100

pascales. Es usado por su equivalencia con el milibar}. En cambio en el llano y en la costa en el primer día las temperaturas no bajaban tanto como en el Pirineo y las temperaturas más bajas se producían uno o dos días después de la advección fría, cuando el anticiclón se situaba encima de Catalunya o al menos se aproximaba.

Así al inicio de la advección es cuando el viento es más intenso y provoca la paradoja de Shaw. Al removerse el aire la temperatura no baja a niveles bajos como las montañas. Durante las olas de calor ocurre un fenómeno similar, a menudo las temperaturas más elevadas suceden al inicio de la advección cálida en las montañas o cuando las isotermas son más elevadas, mientras que en las zonas más bajas las temperaturas más altas se producen unos días después del inicio de la ola de calor.

Incluso en las zonas de costa con isotermas muy altas la llegada de episodios de niebla procedentes del mar o de marinadas hace que las temperaturas suban poco, y no sea con las típicas olas de calor cuando se producen las máximas más altas, sino en situaciones advectivas, con vientos terrales, ponentes, garbins o tramontana.