Presentamos en los cines Aragón el corto Una clase de historia, que trata de un señor que tiene localizada la fosa común donde yace un pariente, que no se nombra, al que nadie quiere dar sepultura digna. Dicen que el cuidado de los desvalidos y los honores fúnebres nos constituyeron como especie. La compasión. Tampoco se nombra, en el corto, ni España ni la Guerra Civil, lo que quiere decir que el soliloquio del protagonista de la elegía „el tiempo arrasa todas las cosas„ puede ser igualmente entendido en toda la geografía de las matanzas, de Argentina a Camboya, pasando por donde ustedes quieran. El director del corto, Pruden Castilla, es el joven y astuto urdidor de este breve pero intenso drama que ha construido interesantes metáforas visuales con la ayuda de Carles Marimón y Juanjo Company.
Juanjo Company, el director de fotografía, ya fue distinguido en Cannes por un documental sobre el arquitecto Rafael Guastavino, pero yo lo conozco de cuando triscábamos por el alto Júcar tras la pista del Mesías de El Rebollar, que se murió y luego no resucitó, parece, vaya con Dios. Pero Una clase de historia es ficción, como toda la historia: la construcción de un relato colectivo. El compromiso entre diversos y controlados delirios. El político es un novelista sin argumento (Umbral); el historiador, un fabulista con personajes y escenarios dados. El reino de España es reconvenido, cada cierto tiempo, por Naciones Unidas por ese empeño „cabezonería„ en no querer abarcar a todos en un relato acerca de un pasado y un futuro compartidos: la gente de las cunetas.
El corto fue rodado en las trincheras de Náquera, Sierra Calderona, donde no se pegó ni un tiro porque la guerra ya estaba perdida y la quinta del biberón, volvió grupas hacia su casa, como era de ley. Tras la épica, la elegía, el mismo canto que sostiene a la terrible Antígona levantada contra el tirano: dejad que cada cual honre a sus muertos. Aquí hay una llaga sin cerrar de una transición a la que le gusta autoproclamarse ejemplar y que está muy lejos de serlo: nunca lo son.
