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El órdago de Tita

Hace años que la baronesa viuda Thyssen „Carmen Cervera„ quiere hacer caja con las obras de arte que ha ido coleccionando a lo largo de décadas. En buena parte se han visto en el museo que se abrió en Málaga, con obras del siglo XIX, sobre todo, de artistas españoles, y en Sant Feliu de Guixols, cerca de donde su madre veraneaba, y en un edificio anexo al Museo Thyssen de Madrid, que a pesar de encontrarse junto al palacio de Villahermosa, no tiene los visitantes que éste; pero ella lo exigió y lo consiguió.

La crisis hizo que sus pretensiones se congelaran. No se podía dedicar tanto dinero a adquirir su nueva colección, cuando los museos españoles recortaban gastos y no tenían, ni de lejos, sumas tales para adquisiciones. El Ministerio de Cultura adquiere obras que le reclaman los museos que dependen de él, aunque a veces la gestión está transferida o está compartida. Sucede con los de Bilbao, Sevilla, o con el de Bellas Artes de Valencia? al que raramente le toca la suerte.

No es que no tenga obras de mérito o que desdirían de las de dichos museos, correspondientes a esa época que ella y sus asesores han privilegiado, porque eran más accesibles y podían pagar precios relativamente bajos. No hay en la parte que yo conozco obras que sean imprescindibles para los museos correspondientes, y muchas obras similares se encuentran en los almacenes y salen solo para exposiciones temporales, o para préstamos y en caso de efemérides sonadas de los artistas correspondientes.

La viuda del barón ha conseguido que se las guardemos, le pagamos la restauración, la vigilancia, supongo que también los seguros correspondientes, y ella tiene derecho a prestarlas cuando quiere y a quien desea, y trasladarlas cuando le da la gana. Todo lo que es normal en una colección privada.

Es propietaria, por herencia, de algunas obras de mucho mayor valor artístico y crematístico, sobre todo Mata Mua, de Gauguin, y una puesta de sol de Monet, que se exhibió en el Centre del Carme, con parte de su pinacoteca. Como bien se pudo comprobar cuando sacó a la venta La exclusa, de Constable, era propiedad de una sociedad registrada en un paraíso fiscal del Pacífico sur (Polinesia) y lo cobró sin pagar ningún impuesto por ello en España, y lo mismo hará si le interesa con esos otros.

El más importante se ha exhibido, como depósito, en el museo Thyssen, y lo tenía antes el barón en su habitación. Si saliera a la venta, adquiriría un valor exorbitante, imposible para ningún museo español y no sé si para el Estado, en caso de derecho de retracción. ¿Habría que hacer una colecta pública como se hizo en Reino Unido para evitar la exportación de una pieza que consideraron que debía quedarse? ¿Se podría inmovilizar aquí? Cuando la baronesa viuda presiona es que lo tiene bien estudiado en caso de que no se cierre la negociación que lleva buscando desde hace muchos años y que ha encallado a pesar de ser ella muy tenaz y tener muchos contactos para salirse con la suya, que consiste en tener el máximo beneficio y dejar huella como la dejó su marido, que era un gran coleccionista (como lo había sido antes su padre, aunque de horizontes más limitados). Este es el órdago que ha puesto sobre la mesa Tita.

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