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Hoteles infernales

Viendo la cabecera de «Este hotel es un infierno» te imaginas el motel de «Psicosis» pero, de momento, la cosa no ha sido para tanto. El nuevo programa del canal DMax ha metido al empresario Kike Sarasola a reflotar hoteles de la misma manera en que Chicote se enfrenta a restaurantes de pesadilla. Pero no es lo mismo. Sarasola es mucho menos vehemente que el mediático cocinero, tiene más paciencia y afronta el reto dialogando cual Job con los desastrosos gestores y hablando a cámara con mayor tranquilidad. Como resultado: menos show y más guión para darle interés al asunto.

Una de las gracias del programa es ver cómo el presentador y hotelero, evidentemente pijo, ha de enfrentarse al castigo de la suciedad. Con el mismo entusiasmo que Ferreras usó el pactómetro, Kike va armado con un luminómetro para analizar la higiene de cada rincón y poder decir ¡qué asco! con fundamento científico. El aparato es digno de «CSI» y moderniza aquella a escena publicitaria: «el algodón no engaña». En el primer capítulo, en un bar de carretera con hotel, nuestro protagonista también recurrió a su kit de supervivencia como un buen boy scout: sábanas de camping y almohada propia en la maleta. Como él mismo resumió, «se ve la mierda».

Llama la atención cómo la esperada visita de la tele siempre pilla desprevenidos a los gerentes del hotel. Deberían estar, pero no. Solo están los empleados, dispuestos a rajar con saña a cámara sobre la mala gestión del establecimiento. Cuesta de creer, pero el presentador buenazo acaba poniendo paz y concordia, además de arreglar la decoración, una habitación o lo que haga más falta. Poco reality pero muy buena voluntad. Esto sí es ayudar a la marca España.

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