Si hace tan solo veinte años, a cualquiera de nosotros alguien nos dijera que los hombres iban a ceñirse a los dictámenes de la moda, y vestir con desenfado, y teñir el pelo, ponerse mechas, usar pendientes, gargantillas y pulseras, cocinar, fregar los platos, cuidar a sus hijos y..., nos echaríamos las manos a la cabeza y nos partiríamos de risa, pensando en seres excéntricos con toques homosexuales.

Sin embargo, en la actualidad, estos comportamientos están a la orden del día. De hecho, el canon masculino de belleza, de estos últimos años, se basa en un cuerpo musculoso, sin vello e hidratado con cremas y lociones, poco grasas y con fórmulas ricas en vitaminas y minerales ¿Y que me dicen de los comportamientos? Pues bastante diferentes. Porque, ¿no es, acaso, la sentimentalidad y el gusto por los detalles lo que está ganando terreno a pasos agigantados en el "sexo fuerte"? Y es que basta echar un vistazo a nuestro alrededor, para darnos cuenta que estamos ante un hombre nuevo, diferente al macho ibérico, ¿en peligro de extinción? Pues parece que sí, a juzgar por las opiniones de sexólogos que dicen que muchos varones españoles no quieren quedar al margen de las inquietudes de las mujeres; además, han ganado en ternura y comunicación; de hecho, los jóvenes expresan más fácilmente sus sentimientos y están dispuestos a desahogarse, a llorar, a avergonzarse, a intercambiar confidencias íntimas, desahogando penas y contratiempos que tantas veces embargan la vida. La verdad es que esto es un poco lo que está pasando. Ahora bien, todos los cambios tienen sus riesgos y, en estos momentos, cada vez hay más hombres que ya no saben por qué lo son, más allá de lo estrictamente corporal, quizás, porque identifican lo masculino con lo machista. Según un reciente sondeo promovido por una conocida marca de cosméticos, ocho de cada diez chicos españoles considera muy importante su aspecto físico para ligar, quedando relegado a segundo lugar la inteligencia y el talento personal.

¿Y los niños/as? Pues despistadísimos. Según los resultados de una encuesta, llevada a cabo por un grupo de sexólogos en una escuela, en la que les pedía que describiesen qué les hacía hombres o mujeres, más allá de la barba y genitales, las niñas no tuvieron problemas para identificarse, pero, fíjense bien que los niños no supieron atribuirse rasgos típicamente masculinos. Muy, pero que muy fuerte, ¿no les parece?