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Fastos y chapas

A Carles Recio le pillaron un local de chaperos en un inmueble de su propiedad y el señalado dijo que fue sin su consentimiento. Entonces, le acomodaron en discretas labores de archivo y empezó a cobrar y no dar chapa, propia y supuestamente. A Vicente Sanz le sorprendieron, antes de la satiriasis, gritando «¡Y ahora, a forrarnos!» y lo ocultaron en el harén de RTVV. Y hace muchos años, denuncié en Madrid que teníamos un cura que en TVE cobraba como redactor sin pasarse siquiera a impartir bendiciones. Trabajar nos parece propio de gente sin lustre ni abolengo.

El caso es que Carles Recio iba para escritor, aunque leí una de sus obras tempranas y me pareció que Dios no le llamaba por ese camino. El caso es que, hablando de escrituras, resulta muy difícil dar con la palabra que defina a este personaje entre correveidile y Antoñita la Fantástica, un filibustero cortés, de trato fácil, listo. Un día nos encontramos en el café Lisboa. Yo le llevaba varias copas de ventaja y me ofreció una sección en cierta Academia virtual. Le contesté que aceptaría si me daba Teología. Y me devolvió una mirada de espanto y prevención, a partes iguales.

Recio ha vivido de su fama de blavero civilizado y siempre tiene un tebeo en promoción metido en el macuto, aunque ahora ha aparecido otro presunto zombiché en la persona de un ayudante de Serafín Castellano, Emilio Máñez, un muerto vivo que cobraba sin pasarse por el cafetal de Imelsa. Volviendo a Recio: ya se sabe que si a un blavero lo sumerges en libros -aunque sean unos pocos- experimenta un empuje vertical, o sea, hacia el norte, equivalente al volumen de sapiencia extraída. No fue el único y eso facilitó el pacto del pollo en tiempos de Zaplana. Luego, fueron devorados, quizás con placer consentido, y Valencia perdió su PAR, su UPN, un regionalismo conservador que actuase como contrapeso de los afanes absolutistas del PP. A François Fillon, el candidato de la derecha francesa, le han pillado como empleador de la señora y sus dos niños. 930.000 euros cobraba la madama, debe de haber hallado un modo de predecir los maremotos, si no, no se explica.

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