Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Mas ni siquiera es independentista

La Super Bowl no puede disputarse en una pista de baloncesto, a riesgo de convertir el dramatismo de la alta competición en una sátira. Mutatis mutandis, el referéndum catalán no puede dilucidarse en el Tribunal Superior, porque existe el peligro de lesionar el papel de la justicia sin mejorar simultáneamente la situación de la política.

Uno de los poemas elípticos en prosa de Leonard Cohen dictamina que «apresaron a un hombre que quería gobernar el mundo. Los muy estúpidos, cogieron al hombre equivocado». Es discutible que Artur Mas sea culpable de los delitos que se dilucidan en el primer gran juicio del año, pero es evidente que no tiene nada que ver con el auge del independentismo catalán, salvo como víctima.

Nada en el moderado Mas presagiaba que se convertiría en paladín de la causa radical. De hecho, a Jordi Pujol debía sucederle su hijo Oriol, por el escaso fuelle del expresident en asuntos de identidad. El reo del Tribunal Superior quedó atrapado por la causa catalanista tras sufrir el deslumbramiento de la Diada de 2012. Basta repasar la fecha para confirmar que Mas se agrega al contingente de catalanes que doblaron el porcentaje de partidarios de la independencia, desde la llegada de Mariano Rajoy. De frisar el 20 %, los separatistas saltaron a superar ampliamente el 40. Solo la llegada de Podemos estabilizó la cuota tras los fracasos sucesivos del PP desde la Moncloa y desde las urnas.

Artur Mas ascendió a president de la Generalitat merced a una votación del Parlament. Convocó un referéndum bajo el disfraz de consulta, que a nada podía vincular. La jornada se desarrolló sin más incidentes que la factura de la luz en los colegios involucrados. Se precisa una habilidad jurídica notoria para transformar este guateque en una gigantesco crimen. Sin embargo, ya Richelieu avanzó que «dadme tres líneas escritas por la persona más honrada del Reino, y conseguiré que la ahorquen». Quede claro que la honradez del antiguo líder de Convergència solo puede ser aceptada con múltiples cautelas, a juzgar por las exploraciones de la fiscalía anticorrupción en su entorno.

Mas constituye el mejor ejemplo de los independentistas sobrevenidos. Se atribuye su adscripción al mero interés, cuando es el criterio habitual para entrar a formar parte de un grupo. La naturalidad de político en mitin desplegada ayer por Mas ante el tribunal, demuestra que Rajoy no ha amilanado a los partidarios del referéndum. El presidente del Gobierno insiste en que otros resuelvan las secuelas de sus indecisiones.

Para el espectador obligatoriamente perplejo, Generalitat, Gobierno, Tribunal Superior y Constitucional forman parte del mismo tinglado. Las disputas partidistas sobre el funcionamiento de las instituciones citadas debieran resolverse mediante criterios tan elementales como la persuasión o el voto. Las condenas son contraproducentes, por no hablar de su efecto bumerán.

Compartir el artículo

stats