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El móvil

Ver la tele „como casi todas las cosas„ es más placentero si se hace en compañía. Una buena peli o serie con tu pareja o con tus hijos, un buen partido con amigos o en un bar rodeado de desconocidos, una tarde fría al abrigo del calor familiar haciendo compañía a tus padres, o una entretenida peli infantil compartida con tus nietos. En esos momentos odio que alguien saque el móvil y se ponga a xafardejar por las pantallitas. Rompe la magia, ¿no?

Pero a veces ver la televisión es un placer solitario, puro onanismo catódico. Puedes hacerlo porque te guste mucho lo que estás viendo, o simplemente para no sentirte tan solo. En esos momentos es cuando se hace indispensable tener el móvil a mano para ir consultando correos, notificaciones de Facebook, de Twitter, de Instagram, webs de memes, de chistes, de moda, de lo que sea. El caso es tenerlo a mano para evitar deprimirse en ciertos momentos vacíos, o bochornosos, o sencillamente insoportables.

Aquí va mi lista de momentos en los cuales recurro desesperado a la pantalla de mi smartphone, renunciando a la del televisor. „En los eternos segundos que tardan los jueces de «Masterchef» en decir a quien expulsan. Ellos piensan que crean expectación. Yo pienso: «Ho dius o no, xe?» „En cualquier momento de «Hombres, mujeres y viceversa». El bodrio es tal que no hacen falta explicaciones. „En el tiempo que tarda la protagonista de «Cámbiame» en girarse y ver como ha quedado. Eterno. „Cuando Miki Nadal en «Zapeando» hace una supuesta gracia y se espera a ver si los otros se la ríen. Me confirma que el hombre desciende del mono. „En los espacios deportivos cuando hablan del Madrid y el Barça. Ahí puedes incluso echarte una partida de Apalabrados. „En los minutos dedicados al teatro. ¡Ah, no! Que esos no existen.

En fin, que el móvil puede salvarte de la vergüenza ajena. Tenlo siempre a mano.

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