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Indicios pánicos

Populistas, exaltados, racistas: el mundo se ha vuelto más peligroso

En Estados Unidos, un periodista exaltado, Milo Yiannopoulos, tristemente célebre por sus declaraciones contra negros, musulmanes, feministas y en favor de la pederastia, ha decidido que Trump debería incluir en las deportaciones a los gordos. "Querido Trump, deporta a la gente gorda", ha escrito. Los gordos también le molestan. Yiannopoulos es gay, metrosexual y está majara. Disparando a todo lo que se mueve ha escandalizado incluso a los ultraderechistas más furibundos. Dice que la atracción sexual hacia alguien que tiene trece años y es sexualmente maduro no es pedofilia. Y que el francés, esa técnica que se explica mejor recurriendo a una lengua romance, se le da bien gracias a haber sufrido abusos sexuales por parte de un sacerdote cuando era adolescente. Pertenece a lo que llaman alt-right o derecha alternativa. De hecho fue director de "Breibart News", el altavoz que mejor representa a esa inmundicia social surgida en torno al magnate inmobiliario que preside Estados Unidos, hasta que lo echaron por radical. Se trata fundamentalmente de un chalado peligroso con ganas de epatar. Es mucho más preocupante que el líder de la extrema derecha y aspirante a presidir el gobierno de los Países Bajos, Gert Wilders, se atreva a asegurar que en Holanda hay demasiada "chusma marroquí" demostrando hasta qué punto hay que temer el avance populista liderado por racistas y xenófobos de su catadura. La amenaza de los lepenistas en Francia, el acercamiento de Beppe Grillo a la Liga Norte, en Italia, junto a lo que ya tenemos en danza en otros países prefigura un arranque de siglo igual de tempestuoso que el del pasado si no fuera porque hace cien años Europa era ya un campo de batalla. La guerra ahora se libra con otro tipo de fuego.

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