Con dos semanas de antelación respecto a las demás diócesis españolas, por motivo de coincidir con nuestra fiesta de Fallas, la Iglesia de Valencia celebra este domingo 5 el "Día del Seminario". Y no porque Seminario y fallas sean incompatibles; pero resulta discordante para la Iglesia valenciana la algazara festiva con su preocupante problema de falta de los sacerdotes necesarios para las atenciones que presta. Esto ya obligó tiempo atrás a más de un Seminario de España a cerrar sus puertas, aunque no es el caso de Valencia que actualmente acoge a 85 estudiantes mayores en la especialidad eclesiástica, más otros 22 menores cursando primaria, ESO o bachiller.

El de Valencia ocupa actualmente el segundo lugar de las diócesis españolas por el número de sus seminaristas, detrás de Madrid, el primero, con 146; y delante de Toledo, el tercero, con 70; siendo de notar que en los últimos años poco a poco se han ido recuperando vocaciones sacerdotales, tras un alarmante período de descenso a mediados del pasado siglo que dio lugar a la famosa frase del papa emérito, Benedicto XVI, "esta viña del Señor aparece devastada por los jabalíes". Porque entonces había Seminario, como el de Valencia, que un solo curso superaba los cien estudiantes. Y es, que resulta muy complejo determinar las causas de la falta de atracción que por la vida sacerdotal siente la moderna juventud. No es, como suele opinarse, el celibato obligatorio de los curas católicos; porque el mismo problema sufren otras confesiones cristianas cuyos pastores tienen permitido el matrimonio; pero a ellos sucede que no encuentran novia a la que guste el oficio de cura para su esposo, o bien a ellas les disgusta verse obligadas a colaborar como esposa del "pastor".

Creo más bien que el rechazo se debe a la moderna cultura materialista y hedonista, que ha devaluado todo lo sagrado. De modo que, si ya se hace difícil en nuestro tiempo creer en Dios, más difícil resulta reencontrarse con Él quien perdió su memoria; porque entonces hay que superar demasiados obstáculos culturales y morales que impiden este reencuentro. Y se da un hecho que apoya esta opinión: que la mayoría de los que han ingresado en los Seminarios en los últimos años provienen de modernos movimientos religiosos incorporados a las parroquias, beneficiarios de una educación cristiana integral y rodados en la práctica de la caridad y de la oración comunitaria. Ellos sí están dispuestos a alinear su vida "cerca de Dios y de los hermanos", como reza el lema de la presente campaña.

Por otra parte conviene informar, que el llamado "Día del Seminario" fue creación del obispado de Tortosa en 1921, al cumplirse 50 años del patronazgo de San José sobre la Iglesia universal. Y que Pío XI lo imitó en la diócesis de Roma en 1923, fijando además su celebración cada 19 de marzo en todo el orbe católico. Y es que Tortosa guardaba una especial relación con las vocaciones eclesiásticas. En ella nació el sacerdote Manuel Domingo y Sol (1836-1909), beatificado por Juan Pablo II el 29 de marzo de 1987, que dedicó su vida a promoverlas entre la juventud. Creó nada menos que 18 seminarios en toda España y América con el título de San José, y la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos encargados de la formación en ellos de los aspirantes al sacerdocio. En nuestra ciudad fue en 1884 el Seminario Menor en la calle de Alboraya -hoy Colegio Mayor Pío XII- desaparecido en 1948 cuando el arzobispo Olaechea dispuso el traslado de todos los seminaristas, mayores y menores, al macro Seminario Metropolitano de Moncada. No obstante compensó a esta Hermandad al cesarla en su función formativa, cediéndole el culto de la Iglesia de Santa Catalina, en la plaza de la Reina, a la que tan artística y bella rehabilitó. Y mantiene bajo su cuidado.