«Bien lo sabéis. Vendrán por ti, por ti, por mí, por todos. Y también por ti. (Aquí no se salva ni dios. Lo asesinaron)» Blas de Otero

los amigos parisinos que alquilaban su casa a turistas americanos han cerrado el negocio. La factura de la ruina la trasladarán a la Casa Blanca, donde vive ese señor histriónico que perjudica. París, que ha perdido más del 30 % de visitantes, acrecienta la brecha. La afirmación del presidente de EE UU, Donald Trump, de que «París ya no es París» es siniestra y encierra varias intenciones. Es un ataque directo a la Unión Europea. París es, de hecho, la capital comunitaria tras el cese de Londres en su papel de metrópoli insular anglosajona. Bruselas ejerce su misión administrativa. Dar a entender, porque lo dice el amigo Jim de Trump, que París ha dejado de ser destino seguro para sus visitantes, es una felonía propia de un falsario irresponsable. Predomina la voluntad política de desplazar a la Ciudad Luz como símbolo europeo poseedor de atributos históricos y culturales que nunca podrá esgrimir EE UU. Va directamente a eliminar a París como alternativa al bagaje europeo que perderán Gran Bretaña y Londres con la consumación del brexit. Van a por la Unión Europea y tienen en Rusia su aliado complacido. Ejecutores del asalto por la espalda al proyecto europeo que ejecuta la caverna inglesa, por cuenta de los centros de poder estadounidenses. El primer objetivo es evitar que la capital de Francia recoja el testigo al que habrá de renunciar la City londinense como núcleo financiero europeo. Los últimos datos reflejan que Europa ya supera a Estados Unidos en la suma de las principales magnitudes económicas. Esta constatación, acompañada de que Fráncfort, sede del Banco Central Europeo, es la apuesta alemana para inspirar la economía comunitaria, dejaría paso a la capital de Francia para ejercer el control financiero desde un enclave geoeconómico idóneo.

Ayer tuvo lugar la cumbre de mandamases europeos de Versalles, previa al Consejo Europeo de Bruselas el día 9. Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, asistió a la cumbre de dirigentes comunitarios que convocó François Hollande en el palacio borbónico situado en las proximidades de París. Participaron también la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni. Trump, con su advertencia de que París, junto con Berlín, han dejado de ser urbes seguras ¿estaba advirtiendo de que, con él, EE UU se ha convertido en garantía de seguridad y estabilidad?

Se dejaron ayer en Bruselas al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, con cinco opciones para la UE y deshojando la margarita por si presenta la dimisión tras la Cumbre de Roma, ya con 27 miembros. El 25 de marzo se conmemorará el 60º aniversario de la firma del Tratado por el que se constituyó el Mercado Común Europeo. Se empezó con las mercancías para seguir con las personas y las ideas. Ahora, un cowboy incontrolado pretende arruinar el proyecto.

París sigue siendo una maravilla, aunque sólo sea para visitar el Museo de las Cloacas, el Jacquemart André, el Nissim de Camondo „cedido por judíos sefardíes„, el Museo Picasso, el cementerio Père-Lachaisse, o el remanso de paz de La Butte aux Cailles, con un templo de cocina vasca, Chez Gladines o el mítico restaurante-cooperativa Le temps des Cerises. Para los franceses, la capital cosmopolita y multirracial se corresponde con el país, la nación y la grandeur, sin cuya amplificación «la France ne peut être la France», según De Gaulle.

Los valencianos tenemos mucho que ver con París. Allí se refugiaba Vicente Blasco Ibáñez cuando se dejaba retratar junto a sus colegas republicanos, Miguel de Unamuno y Ortega y Gasset. Con la Brigada Leclerc liberó París el también republicano Amado Granell, un burrianense acreedor de la Legión de Honor, en agosto de 1945. Pero las vinculaciones más estrechas fueron mercantiles y personales. Des Les Halles al Boulevard Sebastopol, pasando por el barrio judío de Le Marais y la serena place des Vosges, donde vivió Victor Hugo. Las entretelas de París saben mucho de revoluciones, atentados y fechorías terroristas. En 1940 soportó la Francia de Vichy, competencia traidora regentada por el mariscal Petain. Ha convivido con ellos y con la ocupación nazi que eliminó a más de 66.000 judíos. De ahí salió la idea de la Unión Europea y el euro que ahora quieren desmantelar Donald Trump, Theresa May y la ultraconservadora Marine Le Pen porque les incomoda. No es buen síntoma restituir el orden mundial a base de levantar muros y deportar personas. En las antípodas de los cimientos de los Estados Unidos de Europa que tanto incordian a los Estados Unidos de Trump.