Ella acudió al hospital, y dijo que se había caído. Él le hizo carantoñas delante del médico. En casa, ella miraba al suelo y dijo esto no puede seguir así. Él dijo, es mi manera de quererte, ya lo sabes, no puedo vivir sin ti. Y pasó todo.

Ella volvió al hospital y volvió a decir que se había caído. Él volvió a ayudarle a subir las escaleras, ten cuidado cariño. El médico sospechó, le preguntó si tenía algo que decirle. Ella dijo, no es nada, no es nada, es que soy muy torpe. En casa, ella dijo, ya no puedo continuar. Él dijo, no digas tonterías, ¿dónde vas a ir con los niños y sin dinero?¿Quién te va a querer como yo? Ella pensó, tiene razón. Y todo pasó.

Ella volvió al hospital, sola, acompañada por el miedo al sí, y el miedo al no. Ella dijo me atropelló un coche y se dio a la fuga, como haría yo, pensó. El médico la miró con preguntas en los ojos. Esto no puede hacerlo un coche, dijo. Ella miró al suelo suplicando en silencio. Y todo pasó.

Ella dijo, ocurría con frecuencia, señor juez, y hubo orden de alejamiento. Eso quisiera yo, pensó, alejarme, pero alejarme del todo, solo quiero vivir sin amenaza. Cien metros, quinientos, mil, no me dejan a salvo. Estoy asustada. El juez golpeó la mesa con un martillo de madera como si se acabara algo. Y todo pasó.

Ella fue portada de los periódicos. Algo ha fallado en el sistema, dijeron todos, como si fuera la primera. Hubo banderas a media asta, concentraciones, y tres días de luto en su pueblo natal.

Él dijo en el juicio que todo fue sin querer. Y tuvo razón, en todo este tiempo no hubo ni un milígramo de querer, nada parecido al amor. Solo posesión, barbarie, crueldad, y una sociedad ciega e irresponsable que se lamenta mientras espera la siguiente mujer asesinada.

Dijeron hace falta que ellas denuncien, eso dijeron como eludiendo su propia responsabilidad. Pero la denuncia es el primer paso hacia el peligro. Les pedimos que pongan al descubierto su calvario sin darles protección, sin blindarlas frente al enemigo. Eso queremos, que enciendan la mecha para que luego les explote el artefacto en la cara mientras nos lamentamos de los errores del sistema.

Dijeron que habrá un pacto de estado, una comisión, un homenaje. Y un minuto de silencio, cuando lo que menos hace falta es silencio.

En realidad necesitamos un minuto de gritos, gritos de desesperación, de rebeldía, de exigencia. Un grito para siempre.