Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La respuesta

La buena educación, no me canso de repetirlo cuando doy charlas en institutos de enseñanza media, os abrirán todas las puertas, menos las de la cárcel. Miguel Blesa y Rodrigo Rato se han librado de ella por no escupir durante los interrogatorios. Ha sido su conducta, intachable la de uno y cabal la del otro, o viceversa, la que les ha permitido seguir en libertad pese a condenas por las que usted y yo llevaríamos meses en la trena. Díganselo a sus hijos, sobre todo si sus hijos son ladrones de bicicletas o robagallinas. Hijo, preséntate ante la justicia con corbata y camisa blanca, que el atuendo tranquiliza mucho a la gente de orden. Pero si no tengo corbata ni camisa, mamá. Pues róbalas. Lo importante es que vayas bien aseado y limpio, y que lleves gemelos, roba también unos gemelos, que los botones son de clase media-baja.

La buena educación, la buena educación, no nos cansaremos de decirlo. ¿Cuánta gente hay en la cárcel por maleducada? Yo se lo digo: así, a espuertas. Gente sin afeitar, sin pulir, gente en chándal, gente que se suena los mocos en la manga del jersey. A lo mejor no han hecho nada punible, pero han soltado un taco durante la vista, o han opinado que la justicia es un cachondeo. A ver, no se dice cachondeo, que es una palabra malsonante, no se adoptan posturas chulescas, ni se rasca uno sus partes mientras le interroga el fiscal o quien sea el encargado de interrogar. Observen las maneras con las que Rato y Blesa entran por la puerta de los juzgados. Se nota a la legua su formación, su bien hacer, su intachabilidad, su gusto. Da la impresión de que acaban de salir de la ducha, y seguramente así es. ¿Cómo vas a imponer medidas cautelares o a meter en la cárcel, que está tan sucia, a dos personas tan limpias?

Se pregunta uno, al leer los argumentos con los que los magistrados de la sección cuarta de la sala de lo penal etcétera, etcétera han dejado en libertad a estos dos señores, porque son unos señores de los pies a la cabeza, se pregunta uno, decíamos, qué esperaban que hicieran. ¿Les ha conmovido que no dieran cortes de manga a diestro y siniestro, que no se orinaran en el pasillo, que no hablaran con un chicle en la boca? En todo caso, si alguien dudaba de la importancia de los tratados de urbanidad, ahí tiene la respuesta.

Compartir el artículo

stats