«Forces adverses! Us coneixem d´antic». Matilde Llòria (1960)

Pasan cosas raras. El Estado más poderoso del mundo está presidido por Donald Trump, ganador con presunción de haber tenido apoyo de los servicios secretos rusos. En España, los principales partidos con responsabilidad de gobierno „PP, PSOE, CDC„ son sospechosos de alcanzar el poder con el refuerzo ilegal de la corrupción. Está escrito: la marea del latrocinio mojará las barbas de Mariano Rajoy. Vivimos en un reino con dos reyes y dos reinas, donde dicen que se absuelve a quien es condenado a pagar 260.000 euros. Otra cosa rara. Se ha boicoteado la presencia de tres presidentes reivindicando juntos el proyecto territorial sobre el que hay un amplio consenso: el eje mediterráneo. ¿Todavía no tenemos claro si queremos Corredor Mediterráneo y financiarnos mejor? Estamos en la dimensión prodigiosa que inspira acontecimientos insólitos.

El 2 de marzo fui al Palau de Congressos de València a la jornada L´hora de les decisions. Allí tomé el primer café con Julio Monreal, director de Levante- EMV. Intervenía en la sesión sobre retos empresariales, mientras otros asistíamos „para que no nos lo contaran„ a un encuentro polémico que se quiso torpedear. Junto a él actuaron otros directivos de medios de comunicación de Mallorca, Menorca, Alicante y Barcelona, testigos de excepción. Se consiguió impedir la coincidencia de los presidentes de las tres autonomías que forman parte del Arco Mediterráneo. Al presidente aragonés, Javier Lambán, nada mediterráneo, lo habían metido con calzador en la apertura. Luego cayó solo.

Alguna mente calenturienta interpretó que la convocatoria estaba confabulada con el proceso soberanista incandescente en Catalunya. El evento reunió a 400 personas „dignas de respeto„ en torno a la cooperación económica en el Arco Mediterráneo. Los honorables ausentes fueron los presidentes de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig „anfitrión y primer descolgado„ el de la catalana, Carles Puigdemont, y la presidenta del Govern de les Balears, Francina Armengol, amargamente apesadumbrada porque los enemigos del Eje Mediterráneo habían frustrado la clausura de las tres primeras autoridades. La pregunta es: ¿queremos, de verdad, resolver la financiación y el corredor mediterráneo, sí o no?

Parece que no están dispuestos a exigir y conseguir que se repare una injusticia contraria a los intereses del conjunto español. No es fácil reunir a tres presidentes en torno a una causa común. Las fuerzas adversas alcanzaron su objetivo e impidieron una oportunidad que difícilmente se repetirá. Es más grave. A bastantes ciudadanos les entristece que la presidencia de la más alta institución valenciana ceda a las presiones de la intolerancia. Las imposiciones, primero, trataron de colar al presidente de Aragón (PSOE) o al de Murcia (PP). Uno u otro. Aceptada la participación de Lambán, la siguiente condición era que debía incluirse la presencia de consejeros aragoneses en las sesiones programadas. La tercera exigencia pretendía suspender la intervención de representantes de territorios que viven procesos descentralizadores significativos: Escocia, Alemania, Flandes, Quebec y Suiza. Este forcejeo para vulnerar la libertad de contenidos y de expresión contó con soporte de lobbies mediáticos. Se dieron por anuladas las comparecencias de los invitados internacionales „expertos y profesores acreditados„ cuando no fue así. No se consumó esta intransigencia.

Intervinieron54 ponentes. Sorprendía que en un encuentro de signo económico no hubiera ninguna aportación empresarial valenciana, con la excepción de un representante de Hosbec, patronal hotelera de Benidorm. Por los catalanes, Josep González, presidente de la Micro, Petita i Mitjana Empresa de Catalunya (Pimec). Por las islas, Josep Lluís Aguiló, de la Confederació d´Associacions Empresarials de Balears y por las Cámaras de Comercio, el presidente de la de Girona, Domènec Espadalé. Las Cámaras más relevantes rehuyeron su presencia, así como sus Consejos autonómicos. El resultado de las presiones contra L´hora de les decisions se concretó en que de los catorce consellers previstos intervinieron ocho. La clausura estuvo a cargo de los vicepresidentes de los gobiernos de Catalunya, Oriol Junqueras, y de Baleares, Gabriel Barceló, con el president de las Corts Valencianes, Enric Morera. No hubo alusiones al proceso independista catalán. Los supuestos catalanistas fueron increpados por un piquete de tres decenas de activistas vociferantes adornados con sus señas grupales.

Mal para los organizadores, del Institut Ignasi Villalonga, que se sintieron violentados por la desfiguración impuesta de su evento. Mal para los instigadores del atropello que no consiguieron su objetivo. Mal para los ciudadanos que vieron malversados sus intereses en una pugna estéril. Mal para la democracia y mal para la causa de la libertad.