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Un proyecto bien dirigido

El ascenso virtual del Levante es fruto del trabajo bien hecho, como el descenso de la temporada pasada se debió a una horrorosa planificación. ¿Qué ha cambiado para pasar de la noche más oscura al día más resplandeciente en tan solo un año? Hacer las cosas con coherencia, tener un proyecto claro y confiarlo a las personas adecuadas para llevarlo a cabo y dejar las trabajar con tranquilidad. Todo lo contrario de la campaña anterior, una sarta de despropósitos.

Quico Catalán ha aprendido la lección. El Levante, deportivamente, era un solar y la reconstrucción el edificio pasaba por, ante todo, recuperar los valores perdidos en las dos últimas campañas por una elección incoherente de técnicos y un desfile de jugadores que les daba lo mismo defender el escudo del Levante que el del Mirandés, porque para muchos de ellos su compromiso era con una nómina, no con unos colores. Ahora, estamos ante un equipo con alma que llega a la grada.

La papeleta era complicada: buscar un sustituto a Manolo Salvador -con sus luces y sus sombras- no era fácil y se la jugó con Tito pese a su falta de experiencia, pero el tándem que ha formado con Carmelo del Pozo ha sido un acierto. Y de su mano ha llegado un entrenador, Muñiz, un hombre serio, trabajador y justo, al que no le tiembla la mano si ha de retirar un jugador a los 30 minutos para reconducir el partido y que es capaz de dejar en el banquillo a Chema Rodríguez, su líder de la defensa hasta que se lesionó, para mantener al joven Róber Pier. O relegar a la suplencia a Morales. Esas cosas que, entre otras, dan autoridad moral a un entrenador.

Y la elección de la plantilla se está demostrando que ha sido un acierto, unos jugadores hambrientos de gloria que buscan un sitio en Primera División, que, al menos desde fuera, se ve que forman un grupo solidario. Un bloque sólido que cuando se pone por delante en el marcador prácticamente es invencible y al que solo el Alcorcón le ganó por dos goles de diferencia cuando los otros equipos que están arriba como Oviedo, Cádiz, Getafe o Girona han encajado goleadas.

Y la próxima temporada el Levante no ha de volverse loco y no debe cometer los errores del pasado. El Alavés o el Leganés y el Eibar, instalado con comodidad en Primera División con un presupuesto ridículo, son un buen ejemplo: mantener lo mejor de esta plantilla y reforzarla en los puntos débiles, un entrenador con las ideas claras, o sea Muñiz, y una defensa a ultranza de los valores del esfuerzo y de la humildad, los mismos que llevaron al club a jugar en Europa y ser la admiración del fútbol español. No parece que sea pedir demasiado.

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