Es de justicia reconocer a un buen vendedor de pócimas y por ello felicitamos a este publicista que se llama Risto por la eficacia que tiene colocando su producto. Bautizo de cadena resucitada, programas, libros, artículos o el mismísimo Corredor Mediterráneo, es admirable cómo este chico todo sabe venderlo.
Lo último que nos ha colocado con su habitual brillantez comercial es la primera temporada del programa de decoración de sofás que tenía por título «Chester in Love» y que anoche se despidió.
En estos tiempos relativistas, de corrección política, los programas con una falsa provocación estaban llamados a ser un gran éxito. Estamos tan desorientados, tan mediatizados por el exceso de corrección, que Risto ha llegado a parecer un héroe con sus trucos de trilero emocional para que nos vayamos a dormir pensando que hemos aprendido algo sobre el sentido de la vida.
Siempre cómodo en su papel de provocador, hasta resultar cargante, Risto sabía, como buen vendedor de productos, que había que renovarse y allí llegó con este nuevo registro, suave como una amapola, con sus inicios y finales en off, con esas sentencias que pretendían trascender y sonaban a manual de autoayuda.
Este rapsoda de las verdades del barquero no ha hecho más que aprovecharse de la masa para hacerse el listo con trucos de carterista de poca monta, ante un público hipnotizado por lo que diga alguien con millones de seguidores en Twitter. Si la crisis económica ha sido dura, peor ha sido la devastación intelectual que hemos sufrido en cuanto a referencias. Arrasadas las jerarquías, ¿qué vendrá después? José Miguel Mulet. aunque sólo sea por respeto a tu trayectoria, si vuelves a ponerte delante de él, por lo menos, no te lo tomes tan en serio.
