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Nacionalismos (I)

Vayan por delante dos consideraciones. Uno: esta es una columna para hablar de televisión, no de política, o sea que ya empiezo fatal. Dos: no soy anti-nacionalistas (no es nada personal), soy anti-nacionalismos. Quiero decir que estoy en contra de una idea que, para mí, es excluyente por definición. Los nacionalismos, para defenderse, suelen decir que son diferentes o incluso superiores a otras naciones.

¿A qué viene todo esto? Por supuesto a las declaraciones que algunos personajes han hecho en la televisión vasca. Que si los españoles son catetos, fachas, o lo que sea. ¿Hay españoles catetos o fachas? Evidentemente. ¿Lo son todos? Ni de coña. Esa generalización tiene difícil disculpa. Dicen que «era un programa de humor», que «lo han descontextualizado», etc. Mira, no me fastidies, son generalizaciones sin fundamento ni gracia. Es como decir que a los gitanos les gusta lo ajeno, o los negros tal, o los magrebíes cual, o los rumanos pascual. Idioteces. Tampoco me ofende la persona que lo ha dicho, allá ella con su sentimiento de superioridad. Me preocupa que una televisión pública lo pregunte y que alguien lo responda sin pasar ningún filtro entre su rabia y su boca.

Luego los progres, como parece que nos clasifican, no decimos nada por no parecer políticamente incorrectos. Yo lo digo: está muy mal generalizar, y mucho peor si lo haces para defender tus ideas mediante el insulto a los que no piensan como tú.

Otro que tal: en cuanto acabó la increíble gesta del Barça a costa del Paris Saint Germain, el president Puigdemont publicó en twitter «No hay nada imposible. El Barça lo acaba de demostrar jugando al fútbol. Cataluña lo demostrará decidiendo su futuro». Pero, ¿qué tendrá que ver? ¿Por qué no analiza el nacionalismo desde la perspectiva de lo que se está desvelando en el caso Palau y vemos cada día en la tele?

Y que conste que tampoco soporto el nacionalismo español, el yanqui o el serbio, por poner unos ejemplos más. Y si no pensáis así, no pasa nada, no me queméis en la hoguera, las opiniones son como los culos. Cada uno tenemos el nuestro, ¿no? Continuará?

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