Cuando acumulo muchas penas, me gusta venir a Santiago para purgarlas. Esta vez lo he hecho en tren. A las 12.40 salgo de Valencia en el Ave y a las 20.20 ya estoy en Compostela. El viaje incluye un trasbordo vertiginoso de Atocha a Chamartin. Poco más de siete horas para 1.000 kilómetros. Un gran éxito de nuestras infraestructuras. Y todavía se arañará una hora larga cuando todo esté terminado.

El Ave Galicia-Madrid será muy deficitario, me augura Adolfo, exalcalde de Boqueixón, mientras Cavaleiro nos sirve su mencía tintísimo en el furrancho. Los furranchos son como salitas de estar en las que los pequeños productores de vino distribuyen sus caldos al personal. A veces las tapas son churrascos enteros. La cena te sale por menos de 5 euros. Habría sido mejor invertir en carreteras, continúa mi exalcalde. La canción me suena. También el Ave valenciano tuvo muchas críticas y ahora todo cristo se sube al tren. Este municipio tiene 150 parroquias. ¿Sabes cuántas farolas necesitamos? No sé: ¿trescientas, quinientas? Tres mil. Fuera, el temporal estampa su lluvia fina contra los cristales.

Cuando uno viaja rápido, se trastornan sus percepciones. Esto en Galicia tiene efectos lisérgicos. Durante el día he pasado por escaleras mecánicas, redes inalámbricas y rayos láser y ahora comparto mesa en un escondido salón de una oculta aldea de un apartado municipio de una esquinada Galicia con un exalcalde, un piloto de avión, un apicultor, un electricista y un marinero de plataforma petrolífera. Cavaleiro sirve otra ronda y la uva mencía envuelve nuestras mentes.

Torrente Ballester, el gran escritor prematuramente olvidado, fue quién mejor describió esta sensación. Una de sus ciudades inventadas, Castroforte del Baralla, levita cuando a sus habitantes les corroe una preocupación. Mañana es A festa da Filloa y todos están inquietos. Hemos inventado una máquina de hacer filloas (crepes), continúa el exalcalde. ¿Sabes cuántas filloas podemos hacer a la hora? No sé: ¿trescientas, quinientas? Mil setecientas y podríamos llegar a las 2.000. Cavaleiroooo, otra ronda. Tras las ventanas la niebla lo preside todo y calculo que ya debemos estar a varias brazadas sobre tierra.