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Vicente

La misa de La 2

Que en este país nos va la marcha. Años sin hacer ni caso a la misa de La 2 de los domingos y, de pronto, triplica su audiencia. Es lo que tiene no pararse a analizar nuestro carácter. Pablo Iglesias pretendía que se quitara de la parrilla porque una televisión pública, en teoría, no tiene por qué emitir un programa religioso, y lo que ha logrado es que más de un millón de personas se quedaran el domingo pasado frente al sofá viendo la retransmisión desde el seminario San Jerónimo de Alba de Tormes en Salamanca, solo por llevarle la contraria. Bueno, por eso y porque lo pidió Tamara Falcó. El caso es que El Día del Señor del domingo pasado registró su mejor dato histórico, al reunir frente al televisor a una media de 1.217.000 de espectadores y un 21,3% de cuota de share, triplicando la audiencia que suele tener en la cadena. Sobre el papel, los argumentos del líder de Podemos son irreprochables. En su petición a las Cortes de que se eliminara el programa, Pablo Iglesias argumentaba que «defendemos la libertad religiosa, pero en un país aconfesional y laico, según lsentencias del Tribunal Constitucional, quizás la televisión pública no sea el espacio más ssensato para que se lleven a cabo ritos religiosos de cualquier tipo». Y sí, todo esto está muy bien, hasta que te topas con tu tía Manuela, tan buena mujer, y tan religiosa, que desde que se rompió la cadera apenas sale de casa y que, a falta de ir a misa, no se pierde el espacio de los domingos, la pobre. Mira que le he dicho que ahora con internet no tiene problemas para ver cualquier misa, e incluso para hablar con su sacerdote por whatsapp, pero, si no se aclara ni con el mando de la tele, ¿como vas a enseñarle a estas alturas a manejar el ordenador? Así que, Pablo, chico, ¿para qué meterte en estos charcos con la de pantanos que hay en el panorama nacional? Total, a una gran mayoría de españoles por muy ateos que sean, no parece molestarles que se emita una misa el domingo por la mañana, y no porque estén «durmiendo la borrachera de cerveza caliente del sábado» como soltó el otro día Carlos Herrera en un alarde de mal gusto ­-más que nada porque la cerveza caliente está horrible-, sino porque les da igual. Sin embargo, no hay que ser muy listo para saber que dejar sin misa televisada a los enfermos y ancianos católicos no lo va a acercar ni un poquito más al cielo pero sí va a movilizar a sus ángeles custodios, y más si abandera su cruzada una joven como la hija de Isabel Preysler que, a lo tonto a lo tonto, tiene más de cien mil segudores en instagram y se ha convertido en una apóstol del catolicismo de lo más influyente.

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