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Pastelitos sí, dramatismos no

Vaya, vaya, dicen los expertos de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que la recuperación va como un tiro, pero que igual tenemos un pequeño problemita con lo de la pobreza infantil y el empleo de baja calidad. Daños colaterales. ¿Quién se lo iba a imaginar? Sin embargo, ellos mismos ya han dado la solución para que los chiquillos no se nos mueran de hambre por las esquinas. Atención, porque os va a maravillar su creatividad: abaratar (más) el despido y subir el IVA. Tanta innovación no, que me enamoro. Ya sabéis, para dejar de ser pobres tenemos que seguir haciendo lo mismo que nos ha hecho pobres.

Ahora ha sido la OCDE, pero vamos, hace cuatro telediarios fue el FMI el que proponía jarabe de palo para el niño malo. O el Banco de España. O la Comisión Europea. O la enésima asociación de empresarios anclada en 1879. Da igual de qué organismo se trate, sus propuestas siempre llevan a la misma conclusión: los trabajadores somos un estorbo para la economía y deberíamos dirigirnos obedientes y tranquilitos a hacer cola en el altar del sacrificio.

Eso sí, hay que reconocer la increíble capacidad de asombro que tienen estos señores. Como si sus papás los hubieran llevado por primera vez a ver la nieve. Años y años promoviendo la inestabilidad laboral y de repente descubren que unos misteriosos humanos se han quedado tirados en la cuneta. Absolutamente inesperado. Tras sesudas investigaciones y múltiples informes (porque ellos son muy de redactar informes), han llegado a la conclusión de que esa situación de miseria se debe al paro y a la precariedad. ¡Qué mala pata, oye! Por si os lo estabais preguntando, las sospechas eran ciertas: el agua moja.

Al mismo tiempo, los sabios sapientísimos de la OCDE aseguran que las reformas estructurales aplicadas en este tiempo han sido estupendas, que vamos por el buen camino, etc. Así que supongo que el aumento de la población vulnerable será para ellos un suave efecto secundario. Como si un medicamento te produjera una erupción leve. Las prioridades claras y el chocolate espeso: ahora que los índices macroeconómicos ya están más lozanos, han pensado que igual toca hacer algo con esos desgraciados que llevan unos años pasándolo mal. Aunque sin dramatismos, tampoco es para tanto. Puede que haya centenares de familias subsistiendo a duras penas, pero mira qué gráfica tan chula sobre exportaciones e importaciones, con todas esas flechas que apuntan hacia arriba. ¡Que hemos crecido mogollón de puntos, es muy guay y muy emocionante! Si podemos repartir un poco la riqueza, pues bien, pero sin amargarse ni estresarse demasiado.

Visto lo visto, es posible que nuestro abnegado trabajo no sea suficiente para que las cifras generales resulten completamente satisfactorias. ¿Quieren los altos cargos de la OCDE que les preparemos también unos pastelitos de crema? ¿De trufa y nata quizás? Si desean cualquier otra cosa, que nos lo hagan saber. El crecimiento económico no se va a expandir él solito, habrá que echarle una mano. Todo sea para que a estos señores les cuadren las cuentas y puedan dormir a gusto. Que nos empeñamos en rodar por el barranco de la pobreza y alteramos su vigilia. Míralos, pobrecitos, enganchados a las infusiones relajantes todas las noches para conciliar el sueño durante unas horas.

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