La solidaridad internacional, que visibiliza nuestra lucha por nuestros derechos, es lo único que nos ha salvado del exterminio en estos 20 años». Esta trágica conclusión, pronunciada por uno de los líderes de la comunidad de paz de San José de Apartadó, en Colombia, ha sido y es la razón de ser de la Coordinación Valenciana de Solidaridad con Colombia (CVSC) en su más de una década de trabajo en la defensa de los derechos humanos en el país sudamericano. Desgraciadamente, ni la vida ni los derechos de una persona colombiana valen lo mismo que los de una europea y esto lo ha sufrido en sus propias carnes esa comunidad.

En 1997, la población campesina de San José, harta de las agresiones de Ejército, paramilitares y guerrilla, decidió organizarse como comunidad de paz. Esta iniciativa supuso el compromiso público de sus habitantes de no colaborar de ninguna forma con los grupos armados; no sólo negarse a enrolarse en sus filas, sino también no tener contactos con ellos (no venderles alimentos, no facilitarles información) ni permitir que transiten por su territorio. Pero para la dinámica de la guerra («quien no está conmigo está en contra de mí») esta alternativa pionera de resistencia civil resultaba peligrosa y se decidió su exterminio. Han sido asesinados más de 300 integrantes de la comunidad -la mayoría por militares y paramilitares- de las formas más crueles. Sin embargo, la firme voluntad de sus habitantes de mantenerse al margen de la guerra les ha permitido seguir hasta hoy, aunque continúen los ataques y las y los campesinos se hayan visto forzados a convertirse en activistas y a recurrir al acompañamiento de las organizaciones internacionales.

Durante estas dos décadas se han tenido que acostumbrar a convivir casi permanentemente con gentes de muy diversas partes del mundo que lucen llamativos chalecos con símbolos de paz y que les acompañan mientras trabajan en el campo. Esas mismas gentes también han estado a su lado en las peores situaciones y en muchas ocasiones se han salvado vidas. El acompañamiento internacional no ha bloqueado la acción de los grupos armados en la comunidad, pero ha reducido sus consecuencias. La presencia física de extranjeros frena la violencia directa y las redes de apoyo que estos mismos internacionales crean en sus países de origen reaccionan exigiendo a sus propios gobiernos y al Gobierno colombiano que cumplan con la obligación de proteger a una población civil indefensa, como lo es la comunidad de paz de San José de Apartadó.

Esto es lo que ha estado haciendo durante todos estos años la CVSC. Hemos compartido con la comunidad momentos muy dolorosos (como la masacre de 8 personas en 2005, días después de que les visitáramos), pero también dichosos cuando se ha conseguido el apoyo político (y a veces económico) a su proyecto de vida. Así que nos llenó de alegría que nos invitaran a visitarles para conmemorar su vigésimo aniversario. Decidimos viajar para celebrar su resistencia, pero también para continuar con el trabajo del acompañamiento internacional, por eso hicimos extensiva la invitación a los partidos políticos valencianos.

Para nosotros, la solidaridad internacional no entiende de competencias ni de fronteras. Creemos que quienes ostentan cargos públicos tienen la obligación de preocuparse por la ciudadanía más próxima, pero también -en el marco de sus posibilidades- de quienes sufren en general aunque no puedan votarles. De esta forma, se antepone a las personas no sólo por encima de cualquier ideología, sino por delante de las competencias administrativas, que no deben limitar la solidaridad. Invertir en solidaridad no sólo es un fin en sí mismo, sino que también contribuye a evitar tragedias como las de los refugiados

Preparamos el viaje conjuntamente con los representantes políticos, no sólo documentándoles sobre la situación política que se iban a encontrar, sino explicándoles la dureza de la misión. No iba a haber casi ni un minuto para hacer turismo, habría que compartir alojamientos no siempre cómodos, se tendría que andar por caminos embarrados sin salirse de la ruta (por el riesgo de minas) y siempre manteniéndose junto al grupo (por el riesgo de que aparezcan grupos armados). Además, se debe estar preparado para asumir el impacto emocional que supone escuchar a las víctimas de tantas atrocidades.

El 16 de marzo, una delegación valenciana compuesta por Roberto Jaramillo (concejal de València en Comú), Isaura Navarro (diputada de Compromís), Marian Campello (diputada de Compromís), Cristina Cabedo (diputada de Podem), Javier Molla (CVSC) y Marco Antonio Llerena (CVSC) viajó a Colombia. La comitiva forma parte de la Comisión Internacional en Defensa de los Derechos Humanos en Colombia, constituida por unas 40 personas de Bélgica, Italia, Alemania, Portugal y España. Y, además de visitar la comunidad de paz, se reúnen con numerosos representantes de organizaciones sociales colombianas, del Congreso, del cuerpo diplomático, de ONGs internacionales y de la comisión de paz de las FARC y del ELN. A la vuelta, expondrán sus conclusiones, que esperamos que sirvan para construir la Colombia en paz con justicia social que nos merecemos todas y todos. Entonces, felizmente, la razón de ser de la CVSC perderá vigencia.

Firman también Villar García, Jaume Durà, Mauricio Pinto, Luisa Vidal y Sara Verdú