Es mi opinión. Prefiero que España empiece a funcionar con el sol más madrugador a que alargue artificialmente el día con una hora de luz robada a la mañana. La próxima madrugada, al adelantar los relojes, le quitaremos esa hora de luz al amanecer y se la daremos a la tarde. Entramos en el horario oficial de verano, que se mantendrá hasta el último domingo de octubre. Por ello, tenemos arbitrariamente siete meses de horario de verano y cinco meses de horario de invierno.

En el caso de España, además, hay un problema añadido: en 1940 se adelantó la hora oficial por motivos políticos durante la Segunda Guerra Mundial, pero después ni el propio Franco ni los gobiernos de la era democrática devolvieron el horario a la normalidad. Todo nuestro país se regía entonces por la hora de Greenwich, la misma que Gran Bretaña y Portugal, que la siguen manteniendo y es la que teóricamente le corresponde también a España por su posición geográfica. Sin embargo, con aquel cambio nuestra hora se desajustó, ya que más de tres cuartas partes de territorio español están al oeste del Meridiano de Greenwich, que nos cruza por el este peninsular. Nuestra posición, salvo en el caso de Baleares, es similar a la de Inglaterra, pero mientras ésta sincroniza sus relojes con Greenwich, nosotros no. Debido a todo ello, desde 1940 en invierno tenemos el horario que nos correspondería en verano, y junto a ello, cada último domingo de marzo, al adelantar los relojes otra hora más, ponemos en vigor un horario totalmente desajustado del ritmo de la naturaleza, entendiendo éste como el que se rige de sol a sol. En España nos salimos de él una hora en invierno y dos en verano.

En el último año ha habido tímidas iniciativas políticas para cambiar esta situación, pero no han llegado a nada por ahora. El cambio es más sencillo de lo que parece, aunque este año ya no va a ser posible. Para hacerlo realidad, España no debe adelantar los relojes el último domingo de marzo, manteniendo en cambio el horario actual de invierno hasta el último domingo de octubre, momento en el que se deberá retrasar la hora oficial para recuperar el horario perdido en 1940. Eso sería lo adecuado para la España peninsular, y podría estudiarse lo que se hace en los casos específicos de Baleares y Canarias.