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Estéril oda al estrés

Me estresa, me tensa, me confunde y jamás me inspira. «El Xef» no es un programa de cocina, sino un spot sobre este chico David Muñoz. Una colosal exaltación de Muñoz. Este celebrado y heterodoxo cocinero, por llamarlo de algún modo, no se relaja ni en Singapur comiendo marisco. Hemos visto en el programa que su vértigo se ha acentuado mucho con la inauguración en Londres de su antro StreetXO. Hay que reconocer el mérito de abrir un after y que todo el mundo lo reseñe como un lugar de vanguardia cultural. Hay mucho que agradecer a la mala leche de los franceses por premiar toda parodia de local, con la idea de hacer sombra a nuestros grandes restaurantes que sí han cambiado la historia de la cocina.

Volviendo al programa, había momentos en que más que un chef, Muñoz parecía atrapado en el remolino típico de un broker, faltando al respeto a los empleados, hasta el punto de que en casa nos daban ganas de cantar La Internacional. Una vez más, se vuelve a confundir la idea de la exigencia en el trabajo con las malas formas hacia los de abajo. Jamás hubiéramos visto a Ferran Adrià con esos aires de macarra descentrado. Un genio no tiene por qué perder los papeles. Al contrario, la calma es esencial en el proceso creativo de la gastronomía. De igual forma, Julio Monterrubio no habría revolucionado las Fallas sin su serenidad fascinante.

No sé si Muñoz está a gusto con esa imagen de estrés que proyecta. Tal vez se lo exija la propia cadena. De hecho, tal vez, todo en él sea mentira. Su talento sea mentira, su creatividad sea mentira y su cocina sea mentira. Dejando a un lado el marketing, ¿Cómo se puede medir la auténtica capacidad artística, culinaria y moral?

Aun confiando en que algún día Muñoz sepa conseguir algo verdaderamente hermoso, de momento todo en él es lucimiento estéril y efectismo. Espero que llegue el instante en el que deje esta actitud de lado y se centre en vendimiar las fronteras auténticas del alma para explorar lo desconocido. En el fondo, estoy seguro de que tiene gran inquietud al respecto. Hasta que ese momento mágico llegue, al menos, habrá que agradecerle a la televisión que gracias a ella, la comedia que envuelve a David Muñoz va quedando en evidencia con cada cosa que hace.

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